Presentamos en la Revista Trasdemar una selección poética del autor Daniel María (La Gomera, Islas Canarias, 1985) Escritor y gestor cultural. Ha publicado poemarios, novelas, ensayos y relatos. Desde 2016 firma la sección crítica «Qué Leer en diversidad LGBTIQ+» de la revista Qué Leer. Ha recibido los premios de periodismo cultural Paco Rabal Joven Promesa (2013), Leoncio Rodríguez (en 2013 y 2019) y Juan Torres Grueso (2016). En 2020 apareció Un camerino propio (Egales) donde reúne relatos y crónicas sobre las identidades y miradas queer, camp y pop. En 2022 recibió el Premio Arkoiris Canarias al mejor escritor/a y el Premio Museari Queer Art de Literatura. En 2023 publica Bisutería auténtica (Egales), Saritísima. Historia ilustrada de un mito (Varietés Ediciones) y Con una alita rota (Lastura Ediciones). Colabora en la obra colectiva Flores para Lola (Dos Bigotes/Egales) con el texto «Lo más grande que ha crea- do Dios: el comadreo marica en Lola Flores y otras notas camp». Incluimos una muestra de su libro reciente “Con una alita rota” (Lastura ediciones, 2023) en nuestra sección “El invernadero” de literatura contemporánea
LÍQUIDO Te extraño. A ti, que no volverás. Que no serás palpable en otro encuentro. Te extraño. Porque todo alrededor se ha vuelto vigía de esta espera sin llegada, sin sentido. Es un motivo, como otro cualquiera, de negarlo todo, de dejarse hundir, de apresar tu ausencia con este líquido en la mano que no es lágrima, sudor, tinta ni poema. MIEDO Me da miedo. Porque me voy y no me he ido. Porque ya estoy cuando regreso. Temo que la tarde sea la noche que no termina, que no comienza. Me da miedo. Pensar en ustedes y que me piensen. Temo precipitarme cuerpo a través con vuestros cuerpos. Y comprobar que en mi cabeza Nunca me fui: sigo dentro. Me da miedo ser como la gente, que todo lo criticado caiga sobre mis hombros y me maldiga. Me da miedo que alguien me hable de amor y se rompa un día. QUIERO Quiero que todas las maricas dejen su huella de carmín en la tumba de Oscar Wilde. Quiero que la maldita primavera brote en honor de las travestis y que una amiga bollera me cierre los ojos el último día. Quiero que el mundo tenga la talla de mi cintura, que no me apriete la ropa y que no me asfixie el sistema. Quiero que nada vuelva a separarme de mi cuerpo y que me perdone por haberlo odiado tantas veces. Quiero que solo me lean las raras, las peligrosas, las degeneradas. Quiero que nunca se mueran mis comadres, pero que a todas nos despidan con Dis is may laif de Shirley Bassey. Quiero que me entierren con mi madre. Quiero parecerme a mi abuela, que se hizo un tocado de rosas sin quitar las espinas y desafió a la desgracia con la risa en los pechos. Quiero que mi padre vuelva a decirme que debo ser valiente. Y me abrace como aquel día. Quiero que el bebé de mi hermana lea este verso dentro de unos años y me diga si es libre o si sabe serlo. Quiero que el amor que me ve escribir este poema siga a mi lado y se haga viejo conmigo. Será emocionante acompañarnos. Quiero que, si mi amiga decide suicidarse, me avise por guasap para volar a Madrid, poner a la Jurado y maquillarle la boca con un pintalabios Chanel. Quiero que los guapos de mi barrio se sientan afligidos cuando alguien les cuente que se ha muerto otra loca. Quiero que me hagan saber que me desean. Quiero un pedazo de cielo rojo. Quiero que nada me importe más que la muerte, porque me llena de vida lo que pasará hasta que venga. El futuro es una incógnita. Solo sé que me pondré pómulos. Quiero que todas se enteren de que una actriz trans mexicana le puso voz a la Úrsula de Disney. Se llamaba Serena Olvido. Quiero que me sirvan un copazo cargado de belleza. Y nada más por hoy. FINAL A veces juego a pensar en mis últimos días. Seré una anciana, habré fluido para reencarnar a las mujeres de mi vida: mi abuela, sus hermanas, las vecinas más viejas del barrio. Llevaré la boca pintada. Seré un título de Manuel Puig. Me pondré las joyas de mi madre, sus pañoletas y fulares. Cruzaré sin prisas las aceras. Beberé el licor süave de los venenos. Me vestiré con ese tono grave de las despedidas. Desprenderé el perfume de un melodrama. Por fin seré Norma Desmond. Y un día, frente al espejo, leeré este poema en voz alta. Sí. La vida, mi mejor obra. Llegará el final y sentiré el íntimo calor de mis recuerdos. Bajará el telón muy lentamente. Dis is may laif escucharé desde el otro lado. Y no habrá mundo que soporte el corazón de mi cadáver.