“La importancia de la interpretación por escrito, la traducción. Reflexiones tras traducir El don de la pobreza de Pedro Flores y Marabulla de Silvia Rodríguez al inglés” Por Margaret Hart Robertson

En la Revista Trasdemar difundimos la actualidad literaria de Canarias

Desde la Revista Trasdemar celebramos la reciente publicación en inglés de los libros “El don de la pobreza” del poeta Pedro Flores y “Marabulla” de la poeta Silvia Rodríguez, a cargo de la editorial Olympia Publishers de Londres. La traducción ha sido realizada por Margaret Hart Robertson (Dundee, Escocia, 1954) quien ha sido profesor titular de la Facultad de Traducción e Interpretación de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria e intérprete simultánea profesional. Presentamos el ensayo “La importancia de la interpretación por escrito, la traducción” cortesía de la traductora Margaret Hart Robertson

La editorial Olympia Publishers ( https://olympiapublishers.com/ ) radicada en la ciudad británica de Londres ha lanzado el 29 de junio los dos volúmenes de poesía con los títulos The Gift of Poverty y Forfeits. Ambos libros de los poetas canarios obtuvieron respectivamente el Premio Internacional de Poesía “Flor de Jara” (2019) y el Premio Internacional de Poesía María del Villar (2018)

The Medium is the Message, título de la famosa obra de Marshall McLuhan tiene un significado distinto para los traductores e intérpretes de lo que suelen adscribirle los periodistas y los profesionales de marketing y ventas. Significa para los intérpretes de los textos escritos, es decir, los que solemos denominar “traductores”, que la persona que negocia el sentido entre dos mundos culturales distintos (como el médium) tiene como objetivo facilitar el acceso a la comunicación, la transmisión de mensajes entre dos personas (en este caso, entre autor y lector) de la manera más fidedigna posible para que los lectores del texto puedan captar los sentidos intencionados por el autor e interiorizarlos. Como decía el genial Umberto Eco, al referirse al arte de la traducción (lo que él define “come dire quasi la stessa cosa”) consiste en un delicado proceso de tensar un tapiz valioso y colorido entre distintos marcos idiomáticos con diferentes tonalidades y “voces”, diversas armonías y melodías, sin que se distorsione, para que “se vea” y “suene” bien, que vibre como el original. Porque al igual que cuando se intenta aprender un nuevo idioma, la voz interior y el oído del lector tienen que “afinar” a la lectura y sintonizar con la frecuencia mental para que así se reciba la misma composición, eso sí, interpretada por un distinto instrumento.

El mismo Umberto Eco, tras intentar traducir su propia obra al inglés y reconocer que el nuevo idioma “no daba de sí” y que producía una re-interpretación suya del original, un nuevo libro, insistía siempre en que le tradujera al inglés el sufrido William Weaver, traductor asimismo de Pavese, Calvino y Levi (entre otros), todos ellos autores-traductores que reconocían las dificultades de ajustar lingüísticamente dos realidades culturales entre sí. El tristemente recién fallecido Milán Kundera, checo (aunque él prefería llamarse “bohemio”, lo cual, según él, enfurecía a los traductores) y francés, también fue muy crítico de las traducciones, sobre todo al inglés, en particular de su obra prima, Zert (traducida al español como La Broma). Terminó por traducirlo él mismo al francés en 1994 cuando empezó a producir exclusivamente en ese idioma (negándose a controlar las traducciones de sus obras francesas al checo), versión radicalmente diferente del texto original traducido, se ignora si re-elaborada la obra original en el “nuevo idioma” de referencia del autor.

Si afinar el mensaje resulta difícil en una novela extensa donde existe una contextualización, un marco dentro del que se interpreta el mundo de sentidos que traducir, hasta para el propio autor, imagínense las dificultades de la traducción de la poesía, con todas sus restricciones (de ritmo, de voz, de brevedad del texto, de musicalidad aliterativa, sonoridad y rima); y sus licencias (estirar creativamente las palabras, jugar con el lenguaje, ofrecer sentidos diferentes, connotaciones, expresarse sin límites ni normas), poemas que constituyen fragmentos de la vida y ráfagas de sensaciones efímeras volcados en palabras. Y, sin embargo, resulta de la máxima importancia traducir la poesía, como reconocían Ted Hughes y Daniel Weissbort en 1965 al fundar la revista Modern Poetry in Translation (MPT) dirigida inicialmente a sacar la poesía de su aislamiento tras el Telón de Acero, hoy en día ampliada a la producción poética del mundo entero, y de la que ha comentado John Berger, suscriptor y colaborador que “Anyone who wants to change the world and see it changed should join MPT” (Toda persona que quiera cambiar el mundo y verlo cambiar deba subscribirse). Porque el poeta, a través de sus obras, “create(s) a language for events that defy words” (crea un lenguaje para evocar a los acontecimientos que se resistan a expresarse en palabras), palabras pronunciadas por Josephine Von Zitzevitz en su reseña sobre una nueva recopilación de poemas contemporáneos ucranianos (Words for War, New Poems from Ukraine, ed. Maksymchuk & Roschinsky) traducidos al inglés por “a stellar line-up of translators, several of whom were born in Ukraine” ( traductores magníficos muchos de ellos nacidos en Ucrania), haciendo, en sus palabras, que los originales sean accesibles a un público mayor “on linguistically neutral territory”(en un territorio lingüístico de neutralidad).

Siempre nos queda la cultura para crear comunidad en tiempos adversos (en tiempos de Covid, en las épocas de posguerra) y los traductores para extender puentes sobre los abismos abiertos por las guerras, sobre todo por la guerra lidiada contra la libre expresión y la comunicación por los que no han viajado por la literatura, por los que no han “ampliado” sus horizontes y se consideran en posesión de la verdad, la “policía del libre pensamiento” vaticinada por Orwell en su obra, 1984 (novela que parecen haberse adoptado como manual de instrucciones los propios contra los cuales Orwell nos intentó alertar).  Y los poetas, junto a los humoristas que tienen la licencia de “jugar” con los dobles sentidos para crear alusiones, insinuar interpretaciones para así establecer complicidad y comunidad según sus leyes reinventadas y revisadas, son, por tanto, los elementos culturales non plus ultras, los agentes provocadores más temidos por políticos y traductores por igual, pero por muy distintas razones.  Porque salen de la norma y nos hacen revisar nuestras creencias y nuestras perspectivas sobre la vida. Como botón de muestra: la invasión de Ucrania ha centrado el foco en el resurgimiento de la poesía (y en su traducción) como respuesta y protesta ante el intento de avasallar la voz de una comunidad (liderado por un ex-humorista). Belinda Cooke en su reseña titulada “Transcending the Lyric on Mind-Bending Journeys” (Transcender la lírica en viajes alucinantes) de una recopilación de traducciones al inglés de ocho mujeres poetas rusas, “This is us Losing Count” (Aquí estamos, cada vez menos) dice que vivimos tiempos de gran incertidumbre con respecto a la libertad de expresión pero aún así, “es harto improbable” que las mujeres poetas de la recopilación “are unlikely to be able, or willing, to compromise on what they need to say”,  “sean ni capaces ni estén dispuestas a medir o suavizar lo que tienen que decir.” Y hace falta que la traducción esté ahí para facilitar que su voz y su verdad se oigan.

Se procura callar a los poetas como Miguel Hernández, Machado, Lorca y Vallejo no traduciéndolos: intentan hasta borrar y embadurnar sus memorias. Porque hay una aristocracia (de críticos literarios), una “alfombra roja”, una jerarquía “oficial” de poetas que hace que se censuren las voces que no sean altisonantes, que sean demasiado “asequibles”. Se hace desistir a los nuevos valores, poniéndoles obstáculos y aburriéndolos con trabas burocráticas y consideraciones mercantiles. Pero quizás, gracias a la traducción, obras como las de Pedro Flores y Silvia Rodríguez transciendan esas barreras e incluso se revaloricen en las versiones originales. ¡Ojalá!  La música de la poesía, mientras tanto, perdura, testigo de la resistencia de la comunicación, la comunidad, los sentidos de la vida y su negociación a través del lenguaje, nuestro más preciado don, “El Don de la Pobreza”, como dice Pedro Flores, reflejo de los valores compartidos de una inteligencia “no artificial”. ¡Ojalá que muchos poetas y autores encuentren su voz en otro idioma, que sea amplificada y que haga vibrar a cada vez más gente defensora de la cultura, como valor máximo de la humanidad. Porque, gracias a estos seres invisibles,  a estos médiums, se hace la luz y el descubrimiento en la oscura Marabulla de la vida.


Margaret Hart Robertson (Dundee, Escocia, 1954) ha sido profesor titular de la Facultad de Traducción e Interpretación de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria e intérprete simultánea profesional, a la vez que anterior directora de los cursos del Máster y del Doctorado de Turismo Integral Responsable. Ha trabajado extensamente en sus distintas facetas relacionadas con el Patrimonio Intangible y su Interpretación Intercultural para el Desarrollo Sostenible en América Latina, África y Europa, colaborando activamente con las Naciones Unidas, sobre todo con la Red Mundial de Geoparques y UNWOMEN. Fue investigadora PROMETEO para el Gobierno de Ecuador durante el mandato del Presidente Correa e investigadora principal de las Palmas de Gran Canaria ante el proyecto Voces del Mediterráneo de la UE (EuroMed heritage II).

Pedro Flores, Las Palmas de Gran Canaria, 1968. Ha publicado los títulos de poesía: Simple Condicional, Memorial del olvido, La vida en ello, Nunca prendimos París, El complejo ejercicio del delirio, El ocio fértil, La poética del fakir, Diario del hombre lobo, Al remoto país donde sonríes, Con la vida en los talones, Memorias del herrero de Nod, Al este del desdén, En los planes de nadie, Preparativos para la conquista de Brunei, La poesía debe ser como la bala que mató a Kennedy, El último gancho de Kid Fracaso, Como un león de piedra en el arqueológico de Bagdad, Donde príncipes y bestias, El del hombre que bebió con Dylan Thomas y otros sonetos , Como pasa el aire sobre el lomo de una bestia, Los versos perdidos del contramaestre del arca, Coser para la calle, Diario del hombre lobo y otros poemas carnívoros (Antología de poesía amorosa), Sin monedas para los ojos del héroe , El don de la pobreza, Los bufones de Dios y Estricnina para sirenas. También los libros de relatos: La verdad no importa, Capitanes de azúcar, El país del viento, Cabeza de rata y el texto teatral Los huesos del poeta. En 2016 la editorial sevillana Renacimiento publicó una antología del autor bajo el título Salir rana. Ha obtenido varios premios literarios, entre los que destacan los Antonio Oliver Belmás, Fray Luis de León, Ciudad de las Palmas, Ciudad de Tudela, Gil de Biedma, Ciudad de Santa Cruz de La Palma, Pedro García Cabrera, Tomás Morales o Accésit Premios del tren de poesía “Antonio Machado”. En 2017 se le concede el Premio Nacional de Poesía José Hierro. En 2019 obtiene el Premio Internacional de Poesía “Flor de Jara”. En narrativa ha obtenido los Isaac de Vega, Cajacanarias de relato juvenil y Domingo Velázquez. Ha sido finalista del Premio Nacional de la Crítica en 2010. Poemas suyos han sido traducidos al portugués, italiano, eslovaco, húngaro, francés e inglés para diversas publicaciones especializadas. En 2022 obtiene el VI Premio Jorge Manrique con “Los poetas feroces cuentan lobos para dormir” y el 25º Premio de Poesía Generación del 27 con “Los gorriones contrarrevolucionarios”.

Silvia Rodríguez, Las Palmas de Gran Canaria, 1970. Es traductora e intérprete por la Universidad de Granada y ha publicado los libros de poesía Rojo Caramelo, El ojo de Londres, Casa Banana, Shatabdi Express y Bloc de notas en Canarias; Departamento en Quito en Madrid; Ciudad Calima y Padresueño en Granada; Las princesas no tienen nombre en Sevilla; Marabulla en Navarra (Premio Internacional de Poesía María del Villar 2018; segunda edición en Nectarina Editorial-Colección Libellus,2021, Islas Canarias; tercera edición en la colección “Rosa de los vientos” en la editorial PALABRAVA, Santa Fe, República Argentina). Está incluida en antologías como 23 Pandoras: Poesía alternativa española. Ha intervenido en Festivales Internacionales de Poesía: Génova, La Habana, Poetas en Mayo en Vitoria-Gasteiz o en el Programa Literario de Otoño de Ginebra. Ha editado poemas en revistas como La porte de poetes, Ficciones, Turia, Piedra del molino, Mundo Hispánico, Telegráfica,21 versos, Uj Forras, OPUS, Fraktal, Trasdemar La salamandra ebria o Santa Rabia. Poemas suyos han sido traducidos al italiano, al húngaro, al eslovaco y al inglés. Su libro Provincia del dolor está incluido en la colección Biblioteca Básica Canaria. Fue seleccionada como poeta en el Programa del Septenio del Gobierno de Canarias “Autores estelares” en 2009. Ha formado parte de los jurados: Premio Internacional de Poesía Ciudad de Las Palmas de Gran Canaria, I CERTAMEN DE POESÍA “VERSOS EN LA ULPGC” y Premio Canarias de Literatura.

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