“La isla singulariza” Aquiles García Brito

La Revista Trasdemar prosigue la estela de las revistas de vanguardia, que a lo largo del siglo XX realizaron encuestas a creadores de la época para favorecer el debate y el diálogo en el panorama literario y cultural.

Aquiles García Brito. Foto cortesía del autor.

 

Presentamos en la Revista Trasdemar la entrevista con el autor Aquiles García Brito (Las Palmas de Gran Canaria, 1959), a quien agradecemos su colaboración en nuestra encuesta internacional dedicada a la insularidad.

  1. La isla como espacio de creación. ¿Qué representa la insularidad para su génesis como autor / autora? Háblenos de su experiencia creativa en el ámbito de la escritura: ¿cuáles fueron los orígenes de su proceso de producción literaria?

Confieso que he tenido ciertas reservas a participar en este cuestionario sobre la insularidad, la isla en definitiva, porque acerca de esto han dicho y escrito muchísimo, continua e inevitablemente cada una de nuestras generaciones y todos y cada uno de los individuos que las han formado y formamos —también lo harán las venideras—, y ya el tópico está extendido a la vista de todos, y no quiero que las rotulaciones y brochazos que sobre tal mural pudiera plasmar, supusieran unos tachones o manchas más en el aspecto actual de lo que no sé qué hemos pintado, cubriendo aquello otro que buscamos. Este cuestionario es prueba de esta eterna preocupación. Ya en la convocatoria del ciclo de debates sobre estos asuntos, organizado por el grupo Punto de partida. Literatura y arte en Canarias, que con la participación de la Nueva Asociación Canaria de Escritores, NACE, y la Escuela Luján Pérez, acogido por el Museo Poeta Domingo Rivero, se celebró desde marzo de dos mil dieciséis, con un total de trece sesiones, acogiendo a intelectuales provenientes de las letras, las bellas artes, la arquitectura, etcétera, del que formé parte, se afirmaba que «estos debates no eran nuevos en nuestro ámbito cultural, dado que había habido congresos, jornadas, etcétera». Supongo finalmente que, por este motivo y por su amable insistencia, también yo debo, si no pintar, sí rasguñar este «paisaje», pretendiendo actualizar la reflexión, desde aquella inquietud.


Me atrevo a pronosticar que la mayoría de los encuestados interpretaremos probablemente los términos «isla» e «insularidad», que no es más que lo relativo a la primera, como sinónimo de aislamiento o soledad para explicar la naturaleza o, al menos, la característica de la creación literaria, y describir, de paso, cada uno la suya, redactando unos titulares que puedan significarlos. Es la misma reacción de nuestros colegas continentales, según he comprobado. Da igual que nos pregunten, en su lugar, por un toro; siempre haremos remolinos alrededor cogiéndolo por el rabo. ¡Agarre usted la isla por las costas y manténgala enfrente, bien clara, señor!¡Que nos preguntamos por una geografía! ¡Ni más ni menos por esta en la que vivimos! Abandonemos la metáfora calimosa, la imagen asirocada que distorsiona el territorio y lo camufla bajo estéticas políticas o conceptos poéticos. ¿Cómo no nos va a afectar el agua en los pies, el olor a marisco en los pulmones, el mar en la mirada? ¡Que somos costeros por todos lados! También los del interior, segunda línea de playa. Y así hay que declararlo sin complejos. En este contexto, ¿qué podría decir acerca del origen del proceso de mi producción literaria?¿Podría explicar por qué me puse a escribir casi simultáneamente a aprender a leer?¿Acaso vale de algo el apunte de que había una Biblia, una enciclopedia de la literatura mundial, y unos libros de viajes con grandes y llamativas fotografías y apenas texto, en mi casa? La lectura, y la escritura, la práctica literaria, claro, pero, sobre todo, lo fundamental, que desconozco todavía.

  1. La isla como lugar de influencias. ¿Cuál es su relación literaria con la experiencia de la insularidad y las influencias recibidas de la tradición o las tradiciones culturales de su lugar de origen? Mencione los referentes culturales (literarios, plásticos, musicales, cinematográficos, etc.) que han influido sobre su itinerario creativo.

Parto de la necesidad de redefinir diversos aspectos culturales del ámbito canario, con la que abordamos el trabajo en aquel ciclo de debates del grupo Punto de partida, que ya tuvo frutos en ellos, como la sustitución del término «insularidad» por el de nuevo cuño, «islicidad», inventado y propuesto por el arquitecto Enrique , que alude o apunta más a la tradición del pensamiento artístico canario que a la geografía, geografía política primordialmente, a la que se refiere el primero, como ya dije en la respuesta anterior, en la que tiene su sitio la tradición cultural que se menciona en el enunciado de esta pregunta, y es caldo de cultivo para el folclore y el tópico que la constituyen.


Por tanto, Punta Brava o el huso para el vellón de nubes en las palabras de Manuel y Eugenio Padorno, la arena sobre los senos o la casa que tiene azules las paredes en los versos de José María Millares Sall, o los puertos en la herencia de nuestros modernos son tan influyentes como la playa y los muelles en mi infancia y juventud, La Isleta, Todoque o El Confital en mi memoria y en mi literatura, que, junto a todo aquel material cultural, los tebeos, los libros ilustrados, la música, la pintura, el cine, que por ellos entraban, es parte de ese pensamiento que, en un futuro, junto a toda la producción actual, obligará a nuevas revisiones a todas y cada una de las próximas generaciones. Frente a la variedad incipiente, muy pobre todavía, del material recibido, que originaba una influencia común muy fuerte, está el misterio, otra vez, de por qué a mi unos más y otros menos que a otros. A pesar de la relevancia de este interrogante considero inútil listar posibles motivos y teorizar sobre ellos: Otra anécdota. ¡Trate usted de coger un pez por la cola! Déjelo que se vaya.

  1. La isla como proyecto cultural. ¿De qué modo considera el valor de la isla o del archipiélago en su propia cosmovisión literaria? ¿Qué opina acerca de las semejanzas y los parentescos entre su lugar de origen y otros territorios insulares?

Cada vez en un grado mayor, quizá por el peso en aumento de la memoria, y como reacción a aquello —o aquellos— que niega la existencia de este cosmos y de su resultados, pero del modo que he manifestado en la respuesta anterior, y a partir de ese punto. No desde «un archipiélago», estética política, grado caricaturesco máximo de lo insular, utopía no solo inalcanzable, sino insostenible, por la inexistencia del sentimiento de país, nación o patria, de menor a mayor nombrados.


Como dijo Antonio de la Nuez, «la isla singulariza»; hasta tal punto que también lo hace con sus habitantes, convirtiéndolos con sus virtudes y defectos, sus manifestaciones artísticas y creadoras, la literatura por supuesto y, como no, la poesía, en endemismos, es decir, en fenómenos con características especiales de la región. Observando estos endemismos que, a mi juicio, no son ni los creadores ni los temas tratados, fósiles en todo caso, sino el conjunto de las obras producidas, podremos captar y afirmar la existencia de una literatura canaria, por ejemplo, ni más ni menos que una proyección de nuestra memoria colectiva, en palabras de José Antonio Luján Henríquez.


Pero estos habitantes de la isla, aun singularizados, siguen siendo los mismos seres humanos que los de cualquier otra latitud, por lo que no debe extrañar que sus literaturas se asemejen e, incluso, sean iguales en algunos casos, debiéndose evitar dar de comer a misterios literaturescos, uno de los síntomas de la endemia que nos asola.

  1. La isla como punto de referencia. En su opinión, ¿el paisaje contribuye a la formación de una estética de la insularidad? ¿Qué aspectos considera más relevantes en la mirada hacia la insularidad desde la literatura o el arte?

Ya he dicho, y he subrayado implícitamente, creo, que lo territorial, lo puramente geográfico influye vital y decisoriamente en cualquier comportamiento y devenir humano. Pero no a través del «paisaje», al cual llegamos a desplazar también en los debates mencionados, por la «perspectiva», quedando el conjunto «insularidad» y «paisaje» totalmente sustituido por el de «islicidad» y «perspectiva». El paisaje es una foto fija para todos los individuos de un territorio e inamovible a través del tiempo para todas las generaciones, que pretende representar una realidad única originaria de un único individuo y posición, un cliché o un icono. El «paisaje» que usé arriba, en mi primera respuesta, aparece entrecomillado porque me refiero precisamente al dibujo, a todo color, que representa un espacio admirable, como indica nuestro diccionario, nada natural ni real. La «perspectiva» en cambio, la visión del territorio y de los hechos que en él acontecen —o panorámica—, como la vida misma, desde un punto determinado, siempre individual y distinto para cada persona y en cada momento, aun estando en un mismo lugar, pero especializado por lo geográfico, es la clave del carácter del isleño. Ni mejor ni peor, pero distinto. Por lo tanto, el paisaje a lo que contribuye es al souvenir folclórico, al tópico, a una impresión turística de la nefasta insularidad, comercial y exterior, no a la auténtica interior, con personalidad, y comunicable, entonces, al resto del mundo, razón de ser de cualquier estética. Con estas conclusiones, inventariadas extensamente por Andrés Sánchez Robayna en su excelente Cuaderno de las islas, más allá de su valor como asiento registral, las miradas «hacia» la insularidad resultan irrelevantes. Para nuestro propósito de entender algo de nuestra existencia, solo importan, y ahora, las miradas «desde» la isla.

  1. La isla como vía a la universalidad. ¿Cómo le gustaría definir la identidad insular? ¿En qué medida las diversas formas de la movilidad humana, como las migraciones o el turismo, influyen sobre la creación literaria en las islas? Desde su perspectiva, ¿qué lugar ocupan las nociones de cosmopolitismo y universalidad en la cultura insular de cara al futuro? Muchas gracias.

En este apartado, dejaré la primera cuestión para el final. Aparte de la generalidad de recordar que cualquier fenómeno o circunstancia puede servir a un artista para crear una obra de arte, y de la obviedad de que el turismo y la migración son dos casos totalmente distintos, el primero de placer y el segundo de sufrimiento y esperanza, en estos momentos de crisis en la transición de los modelos creativos, de la imprescindible travesía de ida y vuelta de lo local a lo universal, al ruinoso camino entre lo propio de la isla y el océano de la globalización, la irrupción de las nuevas tecnologías, debilitando la creación reflexiva individual frente al enredo incomprensible de las redes sociales, la irrefrenable movilidad en masa comercialmente productiva de la humanidad, el turismo, tal como lo entendemos aquí, en esta isla sobre la que pensamos, no es más que una actividad que destruye el territorio, diseña un paisaje propio de la nada resultante, y transforma cualquier manifestación de lo auténtico, la islicidad, en una postal, en tareco de recuerdo y de juego. No tiene esencia literaria alguna ni guarda ninguna intención o inclinación hacia la misma, al igual que la migración.
Para terminar, no para definir la identidad insular como piden, sino para todo lo contrario, por cantar, les dejo un poema incluido en mi último poemario Poemas para llenar el estadio (Ediciones Plutonio, Madrid, 2020):

Papel

Hice un avión bonito de papel
y lo puse a volar.
No le di carga alguna,
novedades no trajo.

Hice un avión adorable, vaporoso
que desatento, trazó en mis narices
lo que no estaba escrito,
y me entretuvo.

Hice un avión, por hacer, de papel,
que voló sin quererlo,
¡pero nada!
Ahora, de lo mismo, pienso un barco.

* * *

Aquiles García Brito. Las Palmas de Gran Canaria, 1959. Poeta. Ha publicado: La voz mirada (2011), Otro uno, reparto y localizaciones (2014), El corazón en la esquina, dentro del volumen Galaxias, con poetas de África, Europa, América e Islas Canarias (2014), El vendedor de caracolas, bilingüe español y rumano, en la Biblioteca Universal de la Universidad de Bucarest (2015), Isla y Vuelta ( 2016), Puerta de embarque (2017) y Poemas para llenar el estadio (2020), además de Poemas de la isla y de mí 1980-1994 (2019), traducción de la obra poética del poeta madeirense João Carlos Abreu.

Sus poemas, cuentos y crítica literaria aparecen en diversas antologías, revistas y periódicos nacionales y extranjeros, así como en la revista ACL (Academia Canaria de la Lengua).

Traducido al portugués, astur, rumano, eslovaco y húngaro.

Director de talleres de poesía, de clubes de lectura y jurado en numerosos concursos literarios. Ha organizado distintos encuentros poéticos internacionales, e intervenido en otros tantos, como los últimos Encuentro Internacional de Poesía de San Miguel, Azores (2017), Encuentro Internacional de Poesía de Porto Santo, Madeira (2018), y el Encuentro Internacional de Poesía de Azores (2019).

Cofundador y presidente de la Nueva Asociación Canaria de Escritores, NACE.

Publica en su blog La voz mirada: http//aquilesgarciabrito.wordpress.com/

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