“En las islas existe una vulnerabilidad que no poseen las grandes masas continentales” Lourdes Gil

La Revista Trasdemar prosigue la estela de las revistas de vanguardia, que a lo largo del siglo XX realizaron encuestas a creadores de la época para favorecer el debate y el diálogo en el panorama literario y cultural
Lourdes Gil

Presentamos en la Revista Trasdemar la entrevista con la autora Lourdes Gil (La Habana, 1950) a quien agradecemos su colaboración en nuestra encuesta internacional dedicada a la insularidad

Mi asomo a la universalidad de las islas se produjo cuando leí el Quijote. El simbolismo de la ínsula Barataria aludía a la proyección ancestral, recurrente en todas las civilizaciones, de una utopía en la que se han volcado mitos, magia, sueños, temores, animales imaginarios y tantas cosas más

LOURDES GIL

La isla como espacio de creación

¿Qué representa la insularidad para su génesis como autora? Háblenos de su experiencia creativa en el ámbito de la escritura: ¿cuáles fueron los orígenes de su proceso de producción literaria?

La insularidad es la piedra fundacional de mi identidad, no sólo de mi escritura. Es la lente a través del cual veo y entiendo el mundo, viva donde viva. Cuando comencé a escribir no formaba parte de mi realidad, aún yacía en el subconsciente. Ir adquiriendo una conciencia de la insularidad fue (y es) un largo proceso de diversos momentos, vivencias, lecturas, imágenes, que actúan como catalizadores en el tiempo. Ha surgido a ramalazos en distintas etapas de mi vida, siempre de modo inesperado, para evolucionar y arraigar en mi interior.


Mis primeros poemas ya pulsan esa tecla oculta de la insularidad, suscitada por una inminente partida, un viaje hacia lo incierto que yo intuía como definitivo. Una sensación de pérdida, de desarraigo, que se alojó en una imagen que comencé a buscar diariamente: la puesta del sol en la Bahía de La Habana, que es un espectáculo fastuoso, de gran colorido. Todos los atardeceres me iba a la azotea de mi casa y me pasaba largos ratos contemplándola. Esa imagen se trasladó repetidamente a los poemas, con toda su carga de despedida, de culminación.


La isla como lugar de influencias

¿Cuál es su relación literaria con la experiencia de la insularidad y las influencias recibidas de la tradición o las tradiciones culturales de su lugar de origen?

Las influencias literarias son múltiples, no podría mencionarlas todas. Las más antiguas, las de la infancia, eran imprecisas: Heredia, que vio palmas en el Niágara, la Avellaneda, en su soneto “Al partir”. Después se hicieron más intensas; “La isla en peso”, de Virgilio Piñera, por ejemplo, y Cintio Vitier, que me familiarizó con algunos de los atributos de la insularidad, como la lejanía y la ingravidez. Pero la verdadera sacudida fue Alejo Carpentier, con El siglo de las luces y su Prólogo a El reino de este mundo. Estas lecturas no sólo me revelaron los nexos históricos, culturales y políticos de las Antillas, sino que transformó la noción misma de pertenecer a un archipiélago. No se trataba de un mero accidente tectónico y geográfico, sino que compartían un pasado y un destino en común, avasallados por la piratería, la esclavitud y el coloniaje. Fue el colonialismo europeo el que fragmentó las Antillas, con su legado de Torre de Babel, las distintas lenguas que nos llevaron al mutuo desconocimiento, a un cúmulo de sincretismos y a la confusión. Posteriormente recibí influencias de Cesaire, Glissant y Fanon, de Benítez Rojo y Fernando Velázquez Medina, así como de Pedro Mir y Juan Bosch. Debo decir que esta inclusión de lo que llaman el Caribe francófono y el anglófono en mis clases sobre America Latina provocó gran interés en mis alumnos, pues nadie más lo enseñaba de ese modo. Considero que es una tarea importante para un profesor de Estudios Latinoamericanos crear esa conciencia del Caribe como un espacio con una realidad propia, de una reciprocidad social e histórica, incluso lingüística, pues a pesar de las lenguas europeas predominantes, se conservan voces indígenas y africanas en todo el ámbito antillano. No creo que la pintura, la música o el cine constituyeran influencias notables en mi entendimiento de la insularidad, con las excepciones de “La jungla” de Wifredo Lam, el “Adiós a Cuba” de Ignacio Cervantes y la película “El viejo y el mar”, basada en la novela de Hemingway, donde el mar cercano a Cojímar resulta sobrecogedor y omnipresente.


La isla como proyecto cultural

¿De qué modo considera el valor de la isla o del archipiélago en su propia cosmovisión literaria? ¿Qué opina acerca de las semejanzas y los parentescos entre su lugar de origen y otros territorios insulares?

No he profundizado en las posibles semejanzas y parentescos con otros territorios insulares, pero es innegable la hermandad con las Islas Canarias, tanto para Cuba, como con las demás Antillas de habla española, aunque podría extenderse a toda la Cuenca del Caribe.

De modo rudimentario, puedo hallar semejanzas en los procesos de conquista, sometimiento y colonización de las Filipinas, Hawaii y las Marianas, que son las que más conozco, por el papel que han jugado los Estados Unidos en su colonización.


La isla como punto de referencia

En su opinión, ¿el paisaje contribuye a la formación de una estética de la insularidad? ¿Qué aspectos considera más relevantes en la mirada hacia la insularidad desde la literatura o el arte?

Para mí, el paisaje es componente esencial de la insularidad. En mi caso, el mar es génesis, presencia, sustento, alfa y omega. Pero comprendo que el paisaje varía, puede ser urbano o campesino, del monte o del llano. Incluso en los interiores de las casas, como sucede en la pintura de Amelia Peláez, con sus medio puntos, vitrales y enrejados. Lo que no varía es el sol, que inflama los sentidos y predomina en nuestra sensibilidad estética.


La isla como vía a la universalidad

¿Cómo le gustaría definir la identidad insular? ¿En qué medida las diversas formas de la movilidad humana, como las migraciones o el turismo, influyen sobre la creación literaria en las islas? Desde su perspectiva, ¿qué lugar ocupan las nociones de cosmopolitismo y universalidad en la cultura insular de cara al futuro?

Mi asomo a la universalidad de las islas se produjo cuando leí el Quijote. El simbolismo de la ínsula Barataria aludía a la proyección ancestral, recurrente en todas las civilizaciones, de una utopía en la que se han volcado mitos, magia, sueños, temores, animales imaginarios y tantas cosas más. Claro que es una preocupación muy legítima del mundo actual, cuando el turismo y las migraciones están transformando la cultura insular, su realidad social, laboral, económica, étnica. En las islas existe una vulnerabilidad que no poseen las grandes masas continentales, pero a la vez, la tradición y la historia demuestran que son un bastión capaz de resistir los peores embates. En su fragilidad está su fuerza.


Lourdes Gil (La Habana, 1950) Poeta, ensayista, editora y traductora. Ejerció durante más de 20 años como Profesora de Estudios de America Latina y el Caribe en Baruch College de la City University of New York (CUNY), donde actualmente se ha creado la beca “Lourdes Gil Scholarship” para estudiantes de esa especialización. Actualmente es Directora del Programa de Literatura del Centro Cultural Cubano de Nueva York (CCCNY). Obtuvo Masters en Filología y Literaturas Hispánicas por New York University y la Universidad Complutense de Madrid. Ha publicado los poemarios Neumas, Empieza la ciudad, Anima vagula, entre otros. Ha recibido premios del American Poetry Society, y de las Fundaciones Cintas, Ford, US-Japan y Geraldine Dodge.

Un comentario

  1. Ser isleño significa ser único geográficamente y sentir sensaciones que no sienten los que nacen en continentes

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