“Sobre las islas de todos los vientos” Poemas de Aimé Césaire

Desde la Revista Trasdemar comenzamos el 2022 presentando una selección de poemas de Aimé Césaire (1913-2008)

Desde la Revista Trasdemar presentamos una selección de poemas del autor Aimé Césaire (Basse-Pointe, 26 de junio de 1913-Fort-de-France, 17 de abril de 2008) Poeta, ensayista, dramaturgo y político francés, nacido en la isla antillana de Martinica, perteneciente a los Departamentos de Ultramar de Francia. Exponente singular de la ideología revolucionaria de la negritud, su obra literaria integra una defensa de los valores de la cultura del Caribe y las raíces africanas, la lucha por la igualdad y el reconocimiento de los derechos de Martinica. Junto a escritores como el senegalés Léopold Sédar Senghor fundó en 1934 la revista L’Étudiant Noir y en 1941 Revue Tropiques. Considerado por André Breton como un poeta surrealista, Aimé Césaire integra en su producción lírica una voz renovadora y esencial sobre la condición insular y la reivindicación de la negritud. Entre sus libros publicados en español destaca el libro Cuaderno de un retorno a un país natal, publicado en 1942 en La Habana, con traducción de Lydia Cabrera y prólogo de Benjamin Péret, y en 1969 publicado en México, con traducción y notas de Agustí Bartra. Actualmente se puede encontrar la edición de Editorial Laberinto, 2010. Compartimos la muestra poética escogida del libro antológico Para leer a Aimé Césaire, presentado por Philippe Ollé-Laprune (Fondo de Cultura Económica, México, 2008) en nuestra sección de poesía contemporánea

Si numerosas veces Césaire ha sido marginado como poeta, se debe ante todo a que la originalidad de su tono y el lirismo exuberante de su pluma no permiten encasillarlo en ninguna corriente de la poesía francesa de su época. Sorprenden la popularidad y el respeto que inspira en otros países. Su reconocimiento es reciente en Francia, mientras que las tesis sobre su obra literaria abundan en África y en Estados Unidos

Philippe Ollé-Laprune

Cuaderno de un retorno a un país natal (Extracto)

Tibia madrugada de ardores y miedos atávicos
por la borda mis riquezas peregrinas
por la borda mis falsedades auténticas
¿Mas qué extraño orgullo de pronto me ilumina?
que venga el colibrí
que venga el gavilán
que venga la fractura del horizonte
que venga el cinocéfalo
que venga el loto portador del mundo
que venga de los delfines una insurrección germinando su perla
al romper la concha de la mar
que venga una zambullida de islas
que venga la desaparición de los días de la carne muerta en la
cal viva de los rapaces
que vengan los ovarios del agua en que el futuro agita sus
testículos
que vengan los lobos que pastan en los orificios salvajes del
cuerpo a la hora en que en el albergue elíptico coinciden mi luna
y tu sol


hay bajo el coto vedado de mi campanilla un bañil de jabalíes 
hay tus ojos que son bajo la piedra gris del día un vibrante 
conglomerado de coccinelas


hay en la mirada del desorden esta golondrina de menta y de
retama que se disuelve para renacer para siempre en el
maremoto de tu luz
(Calma y acuna, oh mi palabra al niño que no sabe que el mapa
de la primavera siempre hay que rehacerlo)
las hierbas balancearán para el ganado dulce bajel de la esperanza
el largo ademán de alcohol del mar de fondo
las estrellas del engarce de su anillo nunca visto
cortarán los tubos del órgano de vidrio del atardecer luego
esparcirán sobre el rico cabo de mi fatiga
zinias
coriantas
y tú astro de tu luminoso fundamento arranca por favor lemúrido
del esperma insondable del hombre, la forma no atrevida
aún
¡que el vientre tembloroso de la mujer carga como un mineral!

Sobre las islas de todos los vientos


tierras que saltan muy alto
pero no tanto como para liberar sus pies del peculio del mar
que muge su embate de rostros irremediables


hambre y sed del hombre oído por los mosquitos
pues son hogazas largas para un festín de pájaros
arena a salvo de toda esperanza o de brazos doblados
para recoger en el seno todo lo que se dilata
por el calor fuera de temporada


Oh justicia mediodía de la razón demasiado lenta no importa
que anónima para la antorcha resinosa de las lenguas
éstas ignoren que su terrosa ofrenda
se cumple temeraria en este canto tan remoto


la mañana a hurto de mi voz quitará el velo
al pájaro que pese a todo trae consigo y Mediodía
por qué mi voz se quedó encostrada con la sangre de mi
jadeante garganta
                                           de las islas de todas ellas tú dirás
que acorde con el corazón figurante de vertiginosos pájaros
buscando largo tiempo entre las sábanas de la arena
la herida en el crucero codiciado de la mar socavante


encontraste a través del hipo
el núcleo del insulto vaciado en la amarga sangre
que exultante por fin en el ganado herido de las estrellas
acalorada con nuestros febriles alientos y en pugna
con un sollozo más rico que lo bancos de arena, conocimos
gritando tierra y asidos a lo más resbaladizo de la pared
del ser
y hablando siempre maravillas tal como morimos
la negra cabeza-crespa y carnal- del sol

Blues de la lluvia


Aguacero
bello músico
al pie de un árbol desvestido
entre las armonías perdidas
cerca de nuestras desencuadernadas memorias
entre nuestras manos de derrota
y pueblos de extraña fuerza
dejamos colgar nuestros ojos
y naciente
desenrollando el cordón de un dolor
sollozamos.

Cuerpo perdido


            Yo que Krakatoa
yo que mucho mejor que el monzón
yo que corazón en mano 
yo que lailaleo
yo que balo mejor que cloaca
yo que fuera de mis casillas
yo que Zambeze o frenético o rombo o caníbal
quisiera ser más y más humilde y pedestre
siempre más llano sin vértigo ni vestigio
caer hasta perderme
en la viviente sémola de una tierra toda entrega.
Afuera en lugar de atmósfera una bella bruma, inmaculada
cada gota de agua, un sol
cuyo nombre el mismo para todas las cosas
sería el REENCUENTRO CABAL
y así fuera imposible confundir el paso
de una estrella con el de una esperanza 
o un pétalo de flamboyán
o un refugio submarino
que las candelas de medusas aurelias frecuentan
La vida entonces pienso me bañaría por entero
mejor la sentiría en el roce en la mordedura
tendido vería venir por fin hacia mí los olores liberados
tal manos compasivas
que encontrarían el camino
para mecer en mí sus largas cabelleras
más largas que este pasado que no puedo abrazar.
Apártense cosas háganle lugar
lugar a mi reposo oleaje en que se espuma
mi terrible cimera de raíces afianzantes
que buscan de qué asirse
Cosas sondeo sondeo
yo el mozo de cordel soy el carga-raíces
peso y violo y misterio
       y ombligueo
Ah quién hacia los arpones me devuelve
       soy muy débil
silbo sí yo silbo antiguas cosas
serpientes cosas cavernosas
Yo oro viento paz allí
y contra mi hocico inestable y fresco
y contra mi cara corroída apoya
tu frío rostro de risa descompuesta.
El viento ay lo escucharía aún
negro negro negro desde el fondo
del cielo inmemorial
un poco menos fuerte que hoy en día
pero con todo demasiado recio
y ese loco aullido de perros y caballos
que él lanza a nuestra persecución siempre cimarrona
pero cuando sea mi turno al aire
lanzaré un grito tan violento
que voy a salpicar el cielo todo
y por mis ramas en jirones
por el chorro insolente de mi tronco herido y solemne

                daré a las islas orden de existir




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