“Mario Vargas Llosa, sorpresa en el Aeropuerto de San Juan” Por Juan Casillas Álvarez

En la Revista Trasdemar difundimos la creación literaria contemporánea del Caribe
Fotografía cortesía del autor para Trasdemar

Presentamos en la Revista Trasdemar la nueva colaboración del autor Juan Casillas Álvarez (Las Piedras, Puerto Rico) Poeta y novelista, estudió en la Universidad de Puerto Rico las disciplinas de Historia y Literatura, especializándose en el Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico y el Caribe, además de finalizar la Maestría en Historia comparada por la Universidad de Connecticut. Ha publicado “Lugar Profano” (2015) y tiene inéditos varios libros de poesía y novela. Ha sido profesor en Boston y Cambridge. Ha participado activamente en festivales internacionales de poesía en Estados Unidos. Publicamos la crónica del autor titulada “Mario Vargas Llosa” en nuestra sección “Telémaco” de literatura contemporánea del Caribe

Es sabido que viajar  para los modernos  pasajeros, es un acto atemporal, infecundo donde el pasajero modernete despacha enseguida la curiosidad y evita el encuentro cara a cara con el otro. Sin embargo, un Nobel de literatura no puede pasar desapercibido.  ¿Quién puede ignorar a un novelista de la magnitud de don Mario Vargas Llosa?

JUAN CASILLAS

Me encontré con don Mario Vargas Llosa de forma masiva en el aeropuerto de San Juan. El encuentro fue rápido porque iba en tránsito a un nuevo destino y yo estaba apurado por echar una meada que me desatendía el presente. La agitación del pasajero me hizo dudar, temía el ridículo de equivocarme. Pero la noticia y la imagen del patriarca de la literatura hispánica, me condujeron a la sospecha correcta.

Sí, es el Premio Cervantes de 1994 y Premio Nobel en 2010, que andaba por los pasillos del aeropuerto sin ser percibido.  También, ostenta la ciudadanía española y dominicana. ¿Qué más se puede pedir de un novelista del boom que ha triunfado ininterrumpidamente después de su derrota en 1990 contra el corrupto candidato Alberto Fujimori? Los intelectuales latinoamericanos no tienen mucha suerte en el territorio de aspiraciones políticas. Don Mario en Puerto Rico, qué banquete. ¿En cuánto fue cotizada su manera de narrar y analizar la realidad? Vargas Llosa conoce de primera mano lo que significa una colonia de Estados Unidos.

El momento era generoso y me regalaba el estupor de encontrar a don Mario. La sorpresa es diáfana, lo delataba  el Nobel con bastón, el desencanto público con la famosa Isabel Preysler y su visita a la isla para entretener a una audiencia con grandes expectativas. Pues don Mario es el rey de la palabra sin corona. Ayer, don Mario se reunió con los miembros de la fundación Luis Fortuño, un exgobernador que produce angustias. El Nobel explicó allí su conversión del comunismo al liberalismo. La  presencia de don Mario en la isla es también un homenaje al gran demócrata y liberal epidémico.

Qué temazo, pues exige muchas reflexiones en una isla que carece de ingenios y de puntos de vista. San Agustín pasó por un proceso similar. El santo dijo algo que aún se práctica, “el que más peca mejor cristiano es”. Hoy día abundan las mutaciones de innovadores boricuas que fueron modélicos comunistas. Hay conversiones políticas que son vivas complacencias cuya búsqueda de la salvación se hace sin resistencias.

El engendro de la conversión entre dogmas alcanza lo sublime cuando es confesión auténtica. Y arranca lágrimas de cocodrilos cuando en la conversión participa una audiencia liberal que no conoce las indigencias. De tal manera que la conferencia del Nobel más encontrarlo en el aeropuerto,  me llevó un sobresalto. Pero no pasa nada, si tengo delante de mí a un Nobel de la literatura. El asombro fue solo mío pues para don Mario será muy normal toparse en el lobby de un hotel o en los pasillos de un aeropuerto con un admirador incondicional de su claridad liberal y de sus libros sobre parientes y catedrales.

Cuando me acerqué con admiración, no lo pensé dos veces. Me planté  frente a frente y le digo, “es usted don Mario Vargas Llosa”. “Bendito sean los ojos que le ven”. Conmueven más las pequeñas sorpresas del presente que los acontecimientos del pasado.  La fama no le ha quitado lo de caballero. Para saludarme como Dios manda se pasó el bastón a la mano izquierda y dejó la mano derecha libre para darme un saludo cordial a un desconocido que se toma la molestia de llamarlo don Mario en medio del tumulto de los aeropuertos. Qué pena que el uso del “don o doña” como un tratamiento de respeto y cordialidad haya desaparecido de nuestros  modales urbanos. Los encuentros al azar requieren de flechazos verbales admirativos. El asombro es una celebración de la lengua.

Pues es sabido que viajar  para los modernos  pasajeros, es un acto atemporal, infecundo donde el pasajero modernete despacha enseguida la curiosidad y evita el encuentro cara a cara con el otro. Sin embargo, un Nobel de literatura no puede pasar desapercibido.  ¿Quién puede ignorar a un novelista de la magnitud de don Mario Vargas Llosa?

Su tarea de novelista y pensador democrático ha sido siempre en ascendencia y sus provocativas interpretaciones son siempre relevantes y en muchas ocasiones alarmantes. La belleza del conocimiento entabla relaciones con el poder, con los símbolos y con la imaginación. Eso lo tiene claro don Mario porque esas relaciones le han producido muchos estímulos y excitaciones narrativas.

La literatura se nutre de toda inquietud. “La fiesta del  chivo” es una novela publicada en el año 2000 que conmovió a todos los lectores del Caribe por su intensa reflexión sobre el dictador. Sus libros aún siguen y seguirán deslumbrando a lectores de todo el mundo.

Tenía los ojos hundidos de un santo varón  del medievo. Ambos detuvimos la prisa del viajero preocupado. Los pasos se aquietaron un instante inesperado a la mirada sorprendida. De un tirón desesperado, me salió decirle un cliché  apropiado con lo imperecedero a falta de no decirle algo interesante, “amo sus libros, don Mario”.  Y el autor  peruano asintió regalándome una exquisita sonrisa.

Fue el enfrentamiento casual de un lector que ha seguido la faena provocativa de un afamado novelista. Y creo que los lectores decimos más banalidades que los novelistas. Ante la perplejidad decimos cosas que no tienen arrepentimientos. Pues también los lectores son contagiados por la vanidad.

Después de un segundo de meditación se me ocurre bromear al  Nobel mientras manteníamos la cercanía. Tenemos alguien en común, le dije. “Eres peruano”.  “No aunque lleve la pinta”. Se trata de la tía Julia. Es la tía de todos. Se rió y no vi más la cara de apurado.

Sí, llevaba mucha prisa a pesar de su caminar pausado. Son 87 años y aún se desliza con gracia con el apoyo de un bastón de madera elegante. “Que tenga un feliz viaje don Mario”. Gracias, adiós me dijo, al tiempo que avanzaba por el pasillo de embarque.  Él siguió a un acompañante que lo dejaba atrás y yo culminé mi faena biológica.

Al salir de los servicios, comencé a estar más presente pero dudando que tuviera un reencuentro con un gran escritor. La idea de seguirle me pasó por la mente pero ya se lo había tragado el enjambre de pasajeros. ¿Pero acaso fui la única persona en el aeropuerto que notó la presencia de un premio Nobel? ¿ Por qué  los pasajeros de tránsito no se golpeaban unos a los otros para saludar a un Nobel de Nuestra América?

Yo sabía de la importancia para nuestro país del joven Vargas Llosa que escribió una célebre tesis sobre sus maestros de juventud marxistas Sartre y Camus. Aquí en nuestra universidad,  en el Recinto de Río Piedras, el joven académico fue profesor de literatura en 1969. En esa corta estancia hizo don Mario amigos queridos y admirados como las hermanas López Baralt. Ellas aún conservan recuerdos memorables con el joven académico peruano.

La primera vez que vi a don Mario fue en Harvard University en 1990. Llegó a Cambridge en plena campaña política por la presidencia del Perú, ya había renegado del comunismo y su distanciamiento con el boom  sorprendió a la izquierda mundial.  Las trifulcas con otros escritores le ganaron enemigos y el comienzo de una leyenda viva que sigue hinchándose hasta el último minuto de nuestros días.

Regresé a mi asiento en la sala de embarque consternado y alegre a la vez. Le conté a unos desconocidos lo que me había ocurrido hacía un momento atrás. Una chica se apresuró a decirme, sin ninguna sorpresa que habló con él en el lunch. Otro paisano me contó que estuvo en la conferencia donde contó sobre su conversión. Otro paisano lo vio entrar a los servicios de varones ilustres.

En fin, me sorprendió el número de pasajeros enterados de la presencia de don Mario en este puerto. Mis sospechas de que no fueran así estaban erradas. Pues que se puede esperar de una leyenda viva global.  El Nobel se había convertido en un ancestral chasqui andariego. Momentos antes de ver a don Mario, me entretenía una conversación inesperada con el joven Cristian Gonzales. El me confesó que quería ser escritor. Le sugerí escritores importantes que debía estudiar y leer como Juan Rulfo, Jorge Luis Borges, Virginia Woolf y Mario Vargas Llosa. Tomo notas de mis autores y sugerencias. También en broma y en serio le aconsejaba que fuera de izquierdas en su juventud aunque después se arrepintiera. Un escritor serio pasa por muchas transformaciones, duelos y gustos.

Cuando Cristian escuchó de mi encuentro con don Mario, se puso de pie y desesperadamente salió decidido a buscar al patriarca de las letras. Yo abordé  mi avión en ruta a Medellín y no supe más del aspirante de los sufrimientos. “Crear, dice Nietzsche, esa es la gran redención del sufrimiento, así es como se vuelve ligera la vida“. Me temo que Cristian con un lookes, un hipster novedoso y que ya es parte de la leyenda de un novelista inmortal. Repasando la intensa vida de don Mario pensé, “quien escribe toda la vida para lo bello deja de vivir”.


3 comentarios

  1. Dr. Miguel Ángel Beltràn Álvarez
    Dr. Miguel Ángel Beltràn Álvarez

    Felicidades a mi exdiscípulo ,profesor Juan Casillas Álvarez, memoria viva, disfrute de la vida y la literatura…y de grandes y preclaros creadores de nuestra Narrativa, creando palabras y accionando sobre la vida misma..

  2. Excelente redacción del poeta Juan Casillas Álvarez sobre su encuentro inesperado con el escritor peruano Mario Vargas Llosa.

  3. Un inesperado encuentro casual, es muy aprovechado por Juan Casillas para manifestar su admiracion y escribir un bello e informativo relato sobre un gran escritor.

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