“Tres lindas cubanas” Por Nara Mansur

En la Revista Trasdemar difundimos la literatura contemporánea de las islas
Nara Mansur (Foto de Omar Sanz)

Presentamos en la Revista Trasdemar a nuestra colaboradora Nara Mansur Cao (La Habana, Cuba, 1969) Poeta, dramaturga, crítica teatral. Investigadora del Instituto de Artes del Espectáculo de la Universidad de Buenos Aires. Ha preparado la antología Siete poetas cubanas, de próxima aparición en Argentina. Es autora de Tres lindas cubanas. Un romance de entreguerras (2022), Arpegio (2019), El trajecito rosa (2018), Régimen de afectos (2015), Manualidades (2012, Premio Nacional de Poesía Nicolás Guillén y Premio de la Crítica Literaria en Cuba); Un ejercicio al aire libre (2004), Mañana es cuando estoy despierta (2000, Premio Pinos Nuevos); Chesterfield sofá capitoné (2016) y Desdramatizándome. Cuatro poemas para el teatro (2009, Premio de la Crítica Literaria en Cuba), que incluye sus materiales escénicos Charlotte Corday. Poema dramático (Finalista Premio de Dramaturgia Innovadora. I Festival Escena Contemporánea, Madrid, 2002), Ignacio & María, Educación sentimental y Venus y el albañil. Su relato “¿Por qué hablamos de amor siempre?’’ obtuvo el Premio Iberoamericano de Cuento Julio Cortázar. Como investigadora preparó la selección y estudio crítico al teatro de Virgilio Piñera (Colihue, 2014) y sendas introducciones a los teatros completos de Iván Turguéniev y Antón Chéjov (2015). Compartimos un extracto de su obra en nuestra sección “Una habitación propia”

Digo que lo único que tengo para escribir es lo que no sé, por eso a mi poema le queda tanto sitio libre como a los castillos espacios sin muebles ni alfombras, jardines con maleza

NARA MANSUR
Esas no son cubanas, esas son las minas enterradas para forzar a la escritura a un desguace, a una mudanza sin retorno, como la novela que te piden a cambio.
¿A cambio de qué? ¿A cambio de qué?
Tres frases. Tres anotaciones. “El conocimiento es la única moral”. Tres frases. Tres anotaciones casi borradas por el sudor y los nervios, por las lágrimas que caen mientras vuelve sobre esas ideas que le parecieron útiles, imprescindibles y que hoy no incluyen la ternura propia ni la del hijo.

Tres palabras como decir Hijo - Espíritu - Santo, como decir Apaga - la – candela.
Dolce far niente.


Sin ella no la habría escrito… lo que sucede durante la muerte no puede decirse;
¿sabes quién soy? --me vuelve a preguntar-- y yo digo que sí
y cuento los años: cincuenta y seis.
¡Claro que sé! ¡Ese es el punto!
(el punto: la mosca atontada sobre la panetela);
dice que no es capaz de hacer un niño, de escribir un poco más
lo sé   lo sabe   cada vez menos
lo que tiene que ver con el esfuerzo o el deseo, no alcanza a diferenciarse.
Entonces, ¿qué le duele ahora? ¿por qué se queja?
Esta mujer está a punto
de poder hablar como su emboscada, como su testaferro
esta mujer  --hay otra en su misma--
el público quiere saber lo que compra
de dónde saca ese estuche bordado donde guarda su libro
los pompones de las orejas
el peluche rojo que cubre sus dientes.
¿Dónde están las palabras que no aparecen?

Háganos el favor de anotar aquí los nombres de las palabras borradas, y los gritos, las sentencias, los vahídos, las perforaciones de su garganta.
Háganos el favor de repetir, de clasificar, de asentir.

Dice que no es capaz de hacer las paces con el futuro
lleno de dobles de tinta,
¿Sabe que un día la van a cortar en dos
y van a exhibir sus ojitos en sombras, su rictus de mosca?
Digo que lo único que tengo para escribir es lo que no sé, por eso
a mi poema le queda tanto sitio libre como a los castillos espacios sin muebles ni alfombras, jardines con maleza;
a mi poema le alcanzan por el momento
las tres frases   las tres fugas   las tres diferencias   las tres decisiones.

En la misma figura, tres perlas, tres monedas pulidas en la carterita
tres gotas de leche que le caen de las tetas   tres
tres piedras a encontrar;
que sean chiquitas, que estén limpias, que estén secas
tres   tres   tres   lindas cubanas.

Entonces, cuando lo ha perdido casi todo, ¿qué la detiene?;
lo imaginable no se escribe, no necesariamente
porque es el agobio, la flojera
¿entonces, cuándo escribe?
Ella no está ahí. Ella no es el afuera de sí ni el extravío
--es por la orilla oeste de Miami Beach, cerca de 79th Street--
En la acción de sacarse del corazón las palabras que faltan
actúa pero el acto se le escapa.

Todo este poema no escrito que acompaña a las tres frases
es su corazón de blando a frío, de duro a fuego
en viaje perpetuo, de aquí para allá, hundiéndonos.
Ella está más seducida, más prohibida en su fuerza, en su detención.
¡Suelta todo! ¡Pierde todo!



Yo recuerdo tu casa, cómo amabas tu casa
la niña retratada sobre el piso ajedrezado de la cocina
verde y violeta
cómo nos tranquilizaba un café, un cigarro suave
el agua corriendo bajando de los tanques.

Dalo todo --me dijiste-- como mi madre dijo no escatimes
porque esto --el pecho-- es una refrenada, es una catapulta;
hay libros ahí atados, hijos, y ese es tu infarto
el golpe de ola en el corazón
el nicho por ser la mujer galopante.
Los niños se salvan pero las palabras no
las palabras se oscurecen y se vuelven piedras ellas también.
Siempre más adelante y fuera de sí
aquello que te importa, dalo.

El país que siempre se promete es el de las carcajadas
y esas no están en sus labios ahora, ni en su voz grave
por eso el mar ruge y ondula la fantástica escupida.
Esas me bastan --me dices-- esas me las pongo en las tetas   tres
y saltas y salto y el rugido es el coro de los desacuerdos
al fin, todas piedras.

Cómo tranquiliza que la ola rompa ahí delante
cómo tranquiliza tu cuerpo desnudo vuelto noticia
cómo tranquiliza el lodo, la muerte que muere, la victimización.

¿Pero no es una leyenda muda un libro de tres frases? 
¿No es algo para superar, para darle al cuerpo de la noche, a las cosas imantadas, al vértigo de la desactivación?
Mi único tormento es no escribir más rápido   más alto   más fuerte
el amor.
Ella no encierra, ella no comprende, va a buscar a quien la haga gemir
va a buscar las letras de ese gemido;
quien la alcance va a dividir en sílabas la propia voz
los signos vitales del niño congoja, del niño artefacto:
molino de viento, el niño impulsa a las madres del porvenir.

Ella abre la lengua a media mañana, yo sin embargo, a las seis, la hora de los bombardeos;
mi lengua viene con los faroles prendidos de los autos, con los cuidados que hay que tener.
¿El día se esconde con algunas palabras, entonces? 
Una es-tocada   Una es-timada   El libro que se abre revela la mudez.

Tres frases   Tres líneas   en un enorme living blanco.

Todo lo demás es sueño, inconsciencia, “no el rodeo sino la carne”, “carne leída y terminada”.



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