Presentamos en la Revista Trasdemar nuestro dossier de colaboraciones especiales dedicadas a la obra de Félix Francisco Casanova (La Palma, 1956-Tenerife, 1976), autor homenajeado en el Día de las Letras Canarias 2023.
Compartimos la colaboración titulada “Félix Francisco Casanova a la de tres” del escritor y periodista Sabas Martín (Santa Cruz de Tenerife, 1954) reconocido autor canario residente en Madrid y Académico Honorario de la Academia Canaria de la Lengua.
UNO
ESCENA ÚNICA
FÉLIX FRANCISCO CASANOVA.– Yo, que creo que no creo en las palabras y, sin embargo, me divierto con ellas, que creo en la incomunicación, pero intento comunicarme, no podría hacer algo con lo que siempre estuviera de acuerdo.
MAESTRO TOZAN.- Confundido por las palabras
caes en el abismo.
En desacuerdo con las palabras
llegas al borde de la duda.
(¿Telón?)
DOS
Como predicaba Lezama de un escritor –“Que durante el día no tenga pasado y que por la noche sea milenario”-, la poesía de Félix Francisco Casanova es urdimbre que se abastece en la noche. No poesía de lo oscuro o de las sombras, sino poesía frecuentadora de esa zona ilimitable en la que la vigilia se convierte en especial percepción de la realidad, en descubrimiento de los signos que soslaya la apariencia y su costumbre.
Alerta cuando la ensoñación, el poeta cifra y descifra, reinterpreta la historia, intensifica el asombro del que recobra la mirada inocente. Rota la mansedumbre del espejo, la visión se inaugura y se multiplica en sensaciones originales.
Y TRES
FÁBULA FINAL EN EL AGUA FINAL (O FÉLIX FRANCISCO CASANOVA EN LA OTRA TRAMA)
Muchos milenios después, cuando los mitos buscaron la permanencia más allá de la memoria, el destino final de Narciso se repetía para perpetuar la escena. Era entonces el reinado del Emperador Suan Tsong.
Distinguido entre los mortales, Li Tai Po amaba la soledad de las montañas. El pico de Lu Shan, o el hondo Valle del Otoño, eran sus moradas preferidas. Allí se sentía libre para beber, cantar y meditar. A la sombra de los celajes y al aire sonando como un flautín de jade, al polen de las estrellas enhebrándose como una cascada en la distancia, a los cinco sabores de la planta chisso, a la canción de los malvises, a todo ello correspondía Li Tai Po con sus poemas.
Un día, paseando en sampán, ebrio según habituaba, quiso abrazar a la luna reflejada en las límpidas aguas del Lago Honan. Así Li Tai Po murió hacia el agua.
Siglos después, sin que Borges lo haya sabido, en una isla arriscada en lavas, un muchacho tal vez se dirija al tocadiscos, lo manipule, y sustituye algún rock por Mozart que siempre escucha a solas. Es mediodía y medianoche a un mismo tiempo, la forma equívocamente precisa para desvivirse. Hace un mes exactamente que ha escrito su último poema. Quizás cree que es un buen momento, o que cada vez está más cerca del agua. En la bañera, al fin, su agua se encalma.
Me resisto a aceptar que muere para que el tiempo repita una antigua escena.