“Nación del aire” Poemas de Luis Piernavieja Grau-Bassas

Compartimos obra inédita y publicada de nuestro colaborador Luis Piernavieja Grau-Bassas. Con "Nación del aire" –una visión de la idiosincrasia isleña a partir de la influencia del paisaje- obtiene el Premio Internacional de Poesía Tomás Morales 2017
Fotografía del autor (Javier Piernavieja Ferrera)

Desde la Revista Trasdemar presentamos una selección de obra poética del autor Luis Piernavieja Grau-Bassas (Las Palmas de Gran Canaria, 1962). Fue miembro del equipo fundador de la desaparecida revista Azarug. Colaboró
esporádicamente en el suplemento Viernes de evasión, de El Diario de Las Palmas, con artículos, relatos cortos y poemas en prosa. Poemas suyos han sido publicados en las revistas Al-Harafish, Fábula y La Plazuela de las letras. En mayo de 2017 es invitado, en unión de otros poetas, a participar en un recital en el Centro Atlántico de Arte Moderno (CAAM) de Las Palmas de Gran Canaria, con motivo del Día Internacional de los Museos. Es autor de quince poemarios inéditos. Con Nación del aire –una visión de la idiosincrasia isleña a partir de la influencia del paisaje- obtiene el Premio Internacional de Poesía Tomás Morales 2017.

Porque el fuego se hace albedrío

en la insigne memoria de la isla

LUIS PIERNAVIEJA GRAU-BASSAS
(Grandes Playas; Corralejo. Con Gregorio y Bartolo)
 
   La sombra primero. Después luce un blanquizal.
 De la sombra a la luz, las pesquerías:
 roca. Distorsión melada la vieja.
 Allá por el plantío de la arena,
 la escama; plata limpia haciendo espejo,
 herrera súbita, casi sin verse
 tras los gajos del sol como limones.
 Fue por las Grandes Playas.
 No ha de ser más nunca otra cosa:
 recta hondura el recuerdo.

    Navegando los tres por la lengua en la arena,
 casi a la tierra asidos;
 sobre un blanquizal las pesquerías
 o la sombra aquella de un paisaje que perdura
 con nitidez de isla, prístinamente.

 (De Nación del aire, 2017)

 (Baja de La Clavellina. Corralejo)

    Jamás vi luz con tanta lejanía.
 Jamás tan magno fervor inducido en las formas 
 del paisaje que entre islas acontece:
 un suave clamor de infancia; carnadas
 que el cuerpo ausente y solo de una mujer acierta
 si la tarde está caída
 y los reflujos de la mar
 corren a abrir las cuevas.

    Vive entonces el nombre de Vicenta
 -una más; persona sobre el caudal de las islas-
 a hollar la paz de tantos agujeros
 para que alumbre una fabiana
 la extensión de la tarde
 con una sarta de rejos rosados.

 (De Nación del aire, 2017)

    Si es que están; si se adivinan seguras
 las noches que a su encanto ya retornan,
 vuelve a nacer siempre la amalgama
 tendida sobre el molde de los años.
 Si vuelve a ser sobre este día luz
 prendida sobre el Tiempo cuando fuera
 un germen regular de instauraciones,
 no a ser sería ausencia de las islas
 y todo desde entonces y a otra vez
 corriera sobre el aire derrotando
 una devastación con su nostalgia
 que pone algún perfil en entredicho
 o se cuestiona clareas del mar
 por filos de un recuerdo destruidas.

    Y entonces sigue la luz donde estuvo,
 la mar fiel a sus mismos caracoles  
 y los hombres de siempre cada día
 sentados por las barandas del agua
 para hacer del horizonte esperanza
 o una incógnita o un revuelo certero
 que vive interrogado por las islas.

 (De Nación del aire, 2017)

    El sur está marcado por pobre vastedad
 que cerca de la mar se hace ironía.

    Esas tierras ausentes de las islas
 nacen sólo del viento;
 del silencio que amarilla las piedras.
    El hombre tan escueto en la planicie
 con todo el sol fraguando la ceniza,
 sucede y se acontece.

    Debajo de los toldos, amargo es el tomate.
 Un rojo que aunque quiera no refulge.
 
(De Nación del aire, 2017)
 
(Timbaiba. Lanzarote)
 
   La altura de Timbaiba
 nombra toda la isla.

    La serena esbeltez de la montaña
 humilde, orgullosa arriba;
 suave como un campo muerto, sin vida,
 persiguiendo la paz del pedrerío.

    Y al fondo va la casa limpia,
 breve de blanco y verde
 que esa mujer puso en el llano
 con ruido de animales y flor chica,
 fundando otra alegría.

 (De Nación del aire, 2017)

 (Vega del Río Palma. Fuerteventura)
 
   Nunca.
 Nunca hubo alguien en Fuerteventura;
 nunca hay nadie en la isla:
 siempre todos los hombres salieron.

 (De Nación del aire, 2017)

    Las casas del volcán llevan tahonas,
 blanco en las paredes oponiéndose a la lava
 y maderas de no se sabe dónde.
    ¿Serán estancias contra el fuego?
 ¿Habrá un refugio a lo que pase?
 ¿Cuánta es la incertidumbre aquí del hombre?

    Tal vez tanto silencio sea una espera.
 Una espera viviendo a ver qué pasa.

 (De Nación del aire, 2017)

    Huele la noche a materiales.
 Late en su punción hecha una incógnita.
 Azogada ya va,
 presa sin más del fuego que estuviera.
 Todo es fuego seguro entre el silencio.
 Incandescente noche aprieta.

 (De Nación del aire, 2017)

    Por vivir está el hombre.
 Y la hosca piedra en los caminos
 taladra años, siglos tal vez
 que siempre obedecen a la memoria del fuego.

    Porque el fuego se hace albedrío
 en la insigne memoria de la isla,
 a toda hora sobre el hombre siendo.

 (De Nación del aire, 2017)

 MISA IN ILLO TEMPORE (MONTEVERDI)
 
(A Francisco Ramírez Viu, porque el claro de los bosques es el refugio de los enfermos).

    La voz; el canto oscuro de los labios.
 La voz que acomete y estalla azul
 donde olla el claro de los bosques.

    Etéreas las figuras y su oficio
 salen del musgo y de la escarcha
 a la hora exacta de la noche
 donde el hombre sólo ve piedra y luz no sé dónde.

    Ascienden por los árboles tan quietos.
 Se lucen por los hilos invisibles
 que el eco trae y gana.

    Hacia la espuma más viva de todas las noches
 y un frescor; y una estancia con hoguera.

 Lo demás es silencio o soledad de los campos.
 
(De Músicas. Inédito).
 
LOS PIES DE PAQUITO ESTÁN EN EL HIERRO

 “…con su delicado óxido de agosto”
 FML
 
(A Paquito Fliki)

    No tiene su halcón la furrumalla
 al toque del candor de esas padiesas,
 Frontera que en las miádagas te igualas
 a toda la función de un mar sin cabos.

    Ascienden medregales a Jinama,
 porfían cuesta abajo cien aves balidemas
 nutriéndose los picos con zafiro
 en vertera mar que a lo mismo traga
 mies de la isla, óxido de agosto.

 (De Mirábola de un eco. Inédito)
 
ARENAS BLANCAS

 (A mi hijo Carlos)
 
   El marabén; la compostura
 ciñendo con alisio la sonlava,
 visvica el bufadero
 que arde en erupción espuma arriba
 y abajo uno el indefenso,
 porfana de la ola muy muy joven
 corriendo en parvulario
 -blanquísima inocencia-
 que llama la encendida eclosionada
 por líquido que desde adentro escala
 las cimas del aire, la efímera armacea
 asida con frescor a las narices,
 basanta de la hondura,
 dacila hecha de oeste y ligereza
 donde acostar las cuadrigas abiertas
 que rinden tras el viaje por la orilla.

    Descanso, baño y desvarío:
 sin esta mar se muere antes.

 (De Mirábola de un eco. Inédito)
 
RASCACIO

 (A mi padre, pescador del prodigio)
 
“que ojos humanos han visto”.
 (Miguel Matamoros)

    Pescado allí de tan oscuro fondo,
 tan abisal que fragua los colores.
 quieto vas -casi ciego de los mares-
 silente en la penumbra que te ocupa
 por tanta ignota luz -la que más bebes-,
 como piedra ancestral muy descendida.

    Y asciende tanto oficio por la virtud del hombre
 al borde de un muelle con todas sus piedras
 cuando el sol es un centro poderoso
 que da platinos al anzuelo
 metido allá en la luz que es sólo suya
 y luego sube,
 esgrimiendo tan inmensa gama del color
 que ojos humanos han visto.

 (Inédito).

Un comentario

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