“La balada de los dinosaurios” Por Maribel Lacave

Maribel Lacave (Las Palmas de Gran Canaria, 1951)

Presentamos en la revista Trasdemar una selección de poemas de Maribel Lacave (Las Palmas de Gran Canaria, 1951) Poeta, narradora, ensayista y gestora cultural. Desde 1998 reside en Chile, en la Isla de Quinchao, en la Patagonia chilena, es Presidenta de la Agrupación Cultural “El Rodezno” de Curaco de Vélez, miembro del Comité Editorial de la revista “Cuaderna Vía” y organizadora de los Encuentros de Poetisas de Chiloé. En 2011recibió el Premio San Borondón por su defensa de la cultura y la identidad canaria

La poesía es la memoria de los mundos posibles.

Cierra los ojos y escucha lo que proclama el viento

al enredarse con las ramas

en el último aliento de un bosque malherido

MARIBEL LACAVE

¿Y si fuera verdad lo que dicen
las antiguas profecías
y Nibiru estuviese acercándose sigiloso,
completando su ciclo?

Me he quedado dormido
bajo los árboles frondosos
y he visto cosas que me espantan.
Sangre y más sangre, ríos enormes
de sangre que bañaban la Tierra.
Caían de los cielos, desde pájaros negros,
unos frutos de fuego que arrasaban la vida.
Entre jaulas repletas de seres moribundos,
un mar que no era mar, solo detritus,
cadáveres, venenos.
Otros seres ciegos, sordos, de lenguas retorcidas.
Nubes rojas dibujando
señales extrañas en los cielos
y un temblor de tierra estremecida.
Me he despertado bramando en medio de la noche,
te he mirado a los ojos
y me he vuelto a dormir acunado en tus brazos.
Acércate, Amada,
juntemos nuestros cuerpos,
batamos nuestras alas, mezclemos los fuegos
de pasión de nuestras fauces.
Siento esta noche un latir de muerte silenciosa.
Necesito perderme en tu mirada.


Yo canté a tus pupilas y en ellas, Amada,
dibujé los trazos del dolor -¿recuerdas?-
por el hijo perdido.
¿Tiene peso, cantidad, grados, la muerte?
¿Es más triste, más dura, la partida
de aquél que conocimos y que amamos
que los miles de muertos por las guerras
o que todo lo que en esta noche
aciaga perderemos?
Estos ríos que hemos contemplado desde siglos
que han humedecido nuestros primeros pasos
¿a qué mar verterán mañana su sonoro
caudal y su belleza?
¿Con qué murmullo podrán,
los que han de venir, soñar con las estrellas?
¿Habrá un cielo para los ríos buenos
que se poblaron de peces, de guijarros, de risas?
Estos ríos, Amada,
y esta conquistada libertad que defendimos
con uñas y con garras,
quedarán en el aire que respiren aquéllos
que vendrán a poblar los nuevos valles.
Ha de ser un castigo de esos dioses que adoras.
Juntos los sumisos y rebeldes,
los náufragos, las vírgenes, las putas,
los tratantes de esclavos.
¿Es acaso tan justo ese dios tuyo, como dices?
¿No será Nibiru el nombre verdadero de tu dios?


Es verdad, Amado,
inventé unos dioses a mi justa medida,
creí en un cielo donde pudiera volver
a tener al hijo entre mis brazos.
¿De qué otra forma hubiese podido sobrevivir
en este mundo nuestro tan incierto y oscuro?
¿Cómo habría podido vivir, soñar,
amar, con tanta muerte?
Pero no es menos cierto que tú adoraste
como otro dios a la poesía
y con ella creaste mundos, seres, paraísos,
con más intensidad aún que mis idolatrías.
¿En qué se diferencian nuestros sueños?
Náufragos a la deriva, hemos ido buscando
la tabla de salvación a la que asirnos
en estas horas de marejada intensa
y ahora que dos soles se acercan al poniente
queda desnuda la verdad
ante nuestros ojos perplejos y extraviados:
Sólo el silencio quedará de nosotros
en esta extraña madrugada sin estrellas.


¿De qué sirve entonces la poesía? me preguntas.
La poesía es la memoria de los mundos posibles.
Cierra los ojos y escucha lo que proclama el viento
al enredarse con las ramas
en el último aliento de un bosque malherido.
Siente el susurro de un río de lava
que serpentea hacia el mar.
Mira después la línea azul del horizonte, el blancor
de tu nido, la luz de las estrellas.
Nos hablan de la muerte y de la vida,
del triunfo de la vida, pese a todo.
Eso es la poesía, Amada,
inmortal, infinita, perpetua.
Permanece en el aire, en el mar, en las montañas.
Mañana alguien que ha de venir
reparará en ella y escribirá otros versos.
Y nada volverá a ser nombrado como ahora,
ni la libertad, ni el amor, ni las trincheras.


Siento que todas las cosas nacen y renacen,
una y otra vez, en espiral eterna,
que volverá el murmullo de las fuentes,
crecerán las semillas, que cantarán los ríos.
Que el claro de luna bañará de nuevo
la espesura, en una inexplicable
y sorprendente rueda cósmica.
¿Y nosotros, Amado?
vagando entre restos de creencias,
de ideologías rotas, de amnesias
colectivas, de extravíos,
iniciando juntos
este viaje incierto hacia la muerte.


No quisimos aceptar nuestro destino.
Preferimos soñar que éramos héroes
hechos de polvo de cometas y de estrellas.
Soberbios, rompimos,
nos rompimos.
Renegamos del origen vegetal y humilde
y ahora es tarde,
nuestro final se acerca.
Nos queda dejar nuestra palabra
a los que han de venir.
Así sabrán que Nibiru nos llegó de los cielos
y prometió volver en el tiempo preciso.
No sé si tendrán ojos, o bocas, o raíces
o si andarán erguidos, reptando
o emplumados.
Si los que ayer fueron nos miraron desde el mar
como a alimañas,
quién de estos seres inferiores retomará la vida.
A quién habremos de legar estas certezas
que hasta ayer fueron simples leyendas populares.
Pintemos las cuevas, escribamos la historia
piedra a piedra,
dejemos nuestra huella en esa tierra calcinada.


Comienza a caer nieve en el mar
y el cielo se está oscureciendo
poco a poco.
Acércate, Amado, cúbreme dulcemente
con tus alas, que empiezo a comprender
y no estoy triste.
Así que dancemos por última vez
con el himno del viento
y brindemos por esa nueva vida
que ha de poblar la Tierra.


Parece que al fin habéis comprendido
lo que este viejo rebelde -al que llamábais loco-
os ha estado diciendo durante tantos años:
No hay dioses en los cielos ni hay infiernos.
Somos todos iguales ante la muerte,
blancos, negros, hembras, machos, alados o sin alas.
Veo que vais entendiendo que somos la semilla
para una especie nueva.
Igual que llega inexorable cada nueve lunas
el invierno, así llega Nibiru.
Tres mil seiscientos años es el tiempo exacto
de la siembra y estamos en la hora de la recolección
de la cosecha.
La Tierra quedará en barbecho,
el fuego quemará pasto y rastrojos
y un diluvio fecundo anegará los surcos y los cauces.
Nuestros huesos, nuestros ojos, nuestras alas,
serán abono fértil para la nueva huerta.
De qué valdrán, entonces, decidme, el odio, las arengas,
las batallas, las estatuas de próceres y reyes.
Navegaremos en la sangre de los que han de venir
como navegan en nosotros los que fueron.
Fluiremos por sus sueños
¿Lo comprendéis ahora?
Somos nosotros esos dioses eternos,
inmortales, que hemos estado
adorando durante tantos siglos.


Maribel Lacave (Las Palmas de Gran Canaria, 1.951) Poeta, narradora, ensayista y gestora cultural, ha sido traducida al portugués, árabe, italiano, inglés y mapudungun. Muchos de sus poemas han sido musicalizados por cantautores españoles, latinoamericanos y africanos y está incluida en numerosas antologías, tanto de poesía como de narrativa. Ha recibido destacados premios y reconocimientos tanto literarios, como de Derechos Humanos, entre ellos el Premio San Borondón 2011, por su defensa de la cultura y la identidad canaria. Ha participado en numerosos Congresos, Encuentros y Ferias del Libro.

Graduada Social, sindicalista, luchadora incansable por la independencia del Sáhara Occidental, a cuyo pueblo está destinada gran parte de su obra, ha formado parte también de otras organizaciones de solidaridad internacional y ha colaborado con instituciones y ayuntamientos en diversas iniciativas tanto políticas como culturales.

Es Presidenta de la Agrupación Cultural “El Rodezno” de Curaco de Vélez; miembro del Comité Editorial de la revista “Cuaderna Vía”; organizadora de los Encuentros de Poetisas de Chiloé y de los Encuentros Internacionales de Escritoras y Escritores de Chiloé y miembro fundadora de M.I.E.L. (Movimiento Internacional de Escritoras y Escritores por la Libertad), organización convocante del Día de la Insurgencia Cultural. Desde 1998 reside en Chile, en la Isla de Quinchao, en la Patagonia chilena, desde donde sigue colaborando con diversas publicaciones tanto latinoamericanas y saharauis como españolas.

Entre sus libros publicados, destacan Con toda la mar en los bolsillos-poesía- (CCPC-Canarias-1983), Donde sólo media luna –poesía-(CCPC-Canarias-1988), Sin Fronteras –poesía- (CCPC-Canarias-2000), Dos para un tango – cuentos en coautoría con Constantino Contreras- (Kolping-Chile-2001), Como florece el Dafne en el invierno –poesía-(Ayuntamiento de Santa Lucía de Tirajana-Canarias-2004), Cuentos de la abuela Majareta –literatura infantil-(CCPC-Canarias-2005), Los Canarios del Lago Budi –ensayo histórico-( Ed.-Idea Canarias-2007), Los mundos de Gali –novela juvenil-(CCPC-Canarias-2008), Isla Truk -poesía en coautoría con María Jesús Alvarado-(Puentepalo-Canarias-2011), Cuentos al revés -literatura infantil- (Cabildo Fuerteventura-Canarias-2012), Mestizada. Susurros para Paula –poesía-(CCPC-Canarias-2013), Cuentos Insulares al alimón –cuentos en coautoría con Constantino Contreras-(Mercurio Ed.-Canarias-Ed. 2014), Granos de arena -microcuentos en coautoría con Constantino Contreras-(Gráficapunto-Chile-2015), La balada de los dinosaurios y otros recados –poesía-(Ed. Abrace-Uruguay-2018), El mito de la Pincoya –ensayo- (Ed. Abrace-Uruguay-2018), Mujerío poético I – antología de poesía femenina (Ed. Puentepalo – España 2019).

2 comentarios

  1. Un gusto volver a leer tu poesia amiga
    Tenme al f diablo con encuentros literarios, en una de esas nos encontramos.
    Un abrazo

  2. Bellisimo Maribel. Ya estaba echando de menos tu poesia. Gracias por este regalo. Besos

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