Desde la Revista Trasdemar presentamos una selección de poemas del libro “Hospital de cigüeñas” antología poética de Rodolfo Häsler, publicada por el sello editorial Olé Libros. Nuestro colaborador nació en 1958 en Santiago de Cuba y desde los diez años reside en Barcelona. Estudió Letras en la universidad de Lausanne, Suiza. Compartimos la muestra poética en nuestra sección “Telémaco” de literatura contemporánea
Limado
CAFÉ URANIA ver sacrum Entra al café, nota que todo da vueltas, se centra en un único sentido, la visión se abre y se multiplican los objetos, descubre junto a la puerta una esquina de mosaico Sezession, es un tejido dorado que todo lo atrapa, la estancia se colma de un soplo que acepta encantado, sobre la mesita tambaleante baila la taza cuando escribe, desea hacerse con el oro mencionado en otro poema, pero el oro mantiene su peso, permanece en el suelo, lo ve y lo valora y el reflejo se incrusta en la frente, quiere escribir apoyado en la mesita pero sólo logra repetir la palabra o r o. Se acomoda en la misma postura a reparar la astilla temblorosa, llega el aroma del café y brotan palabras lentas que guarda para descifrar en la noche, palabras oportunas, se dice, esquirlas de un espejo, sueños de días atrás se superponen en el cuaderno como panes de oro, en la misma mesa, en el fleco del mullido cojín de terciopelo magenta. Camina rodeado de violetas, lirios y ortigas hasta el café Urania donde retoma la escritura, no hay nadie y el oro de Klimt reluce más sordo a los ruegos, buscando en qué lengua decir, se esparce por el papel la palabra E r d é l y su musicalidad lo coloca de una sacudida en el tono preciso, el frasco de miel de tilo apacigua el estruendo. Un tranvía color magenta atraviesa de lado a lado el ventanal en dirección a la sinagoga Neóloga, una lona cubre la fachada pero deja ver su coronación, cuatro cebollas plateadas y dos estrellas, lo percibe desde la puerta al colocar el pie izquierdo en la tesela más alta, las cortinas de terciopelo enmarcan la taza blanca donde ayer falló el ritmo agitado del poema. La mesita continúa tambaleándose, las letras saltan en el cuaderno creando gran confusión, no puede abrir la caja de los truenos sin quedar fijado para siempre, los astros se disuelven en el café y en la noche todo se reduce a tres palabras. Una libélula esmaltada cae en la taza, dos mesas más allá escuchan los lamentos, se enreda en la espuma del capuccino hasta levantar el vuelo, así de sucia se va por donde entró, sus alas vibran sobre una partitura manchada. Ocupa la misma mesa, mientras pide la consumición un cisne que no le quita ojo hunde con saña su pico en el buche, trata así de perpetuarse en un blasón húngaro, la sangre resbala sobre las plumas, el espanto es mayúsculo, paga veloz en otra valía, seis billetes verdes quedan sobre el platillo y se va. A la segunda consumición, en silencio finaliza la lectura de Bánffy, se conjura la suerte, la última página resume toda la impureza, en un suspiro la hija del narrador deja un mandato en el teléfono: ver sacrum, ver sacrum, un ángel intenta rescatar el poema que se enfría en el café, ver sacrum. VERANO Con sal en los labios obedece al dictado de la piel, la imaginación lo tienta, para poderlo tocar alarga la mano y prueba, un sudor un punto ácido lo eleva hasta donde quiere, hasta donde se lo permiten, sin dudar acepta la fantasía, no se completa sin antes fundirse en la tarde, tendido a la espera dice que sí, pero no puede ofrecerse aún, por decir lo que sabe se le sala el labio, vomita de una tacada un golpe de calor, un chispazo de agosto que no se va, una piedra brillante dice: ágata azul debajo de la almohada, el zumbido del aire expande el canto de la cigarra, disecciona el escozor sentado en la mesa donde escribe, rescata varias palabras que fueron suyas, ahora son el soporte, pone el punto final y se despide desde el calor de la tarde. PLAYA DEL SOMORROSTRO Le complace adentrarse en el mar, lo hace desde niño, deja un surco buscando la luz de la profundidad, descubre una medusa y duele, ortiga de mar, estrella sigilosa en el vuelco de la ola, cómo avanzar sobre la superficie y tocar un punto remoto, no hay intercambio, desde la orilla la voz no es de mujer ni es de hombre, una lengua cantarina modula la expresión, bucea, sigue avanzando echándole un pulso a la corriente, evita el ahogo, la voz expande su poder, es una excusa, una distorsión que crecerá con los años, al bajar la luz hacia el fondo abisal descubre otra playa, la arena impoluta, el reloj detenido es el dedo acusador, un jirón de pureza acelera en el flanco.
Rodolfo Häsler es autor de los libros: Poemas de arena (Editorial E.R., Barcelona, 1982), Tratado de licantropía (Editorial Endymión, Madrid, 1988), Elleife (Editorial El Bardo, Barcelona, 1993 y Editorial Polibea, Madrid, 2018, premio Aula de Poesía de Barcelona), De la belleza del puro pensamiento (Editorial El Bardo, Barcelona, 1997, beca de la Oscar Cintas Foundation de Nueva York), Poemas de la rue de Zurich (Miguel Gómez Ediciones, Málaga, 2000), Paisaje, tiempo azul (Editorial Aldus, Ciudad de México, 2001), Cabeza de ébano (Ediciones Igitur, Barcelona, 2007 y Ediciones El Quirófano, Guayaquil, 2014), Diario de la urraca (Huerga y Fierro Editores, Madrid, Editorial Mangos de Hacha, Ciudad de México, y Kálathos Ediciones, Caracas, 2013), Lengua de lobo (Hiperión, Madrid, 2019, XII premio internacional de poesía Claudio Rodríguez) y “Cuaderno de Beirut” (Editorial Polibea). Recientemente ha publicado “Hospital de cigüeñas” (Olé Libros, 2021)