“Canarias y el boom literario hispanoamericano en la traducción árabe” Por Ali Bounoua

El traductor árabe Saleh Almani y su esposa
(Fotografía cortesía de Ali Bounoua)

Presentamos en la Revista Trasdemar un ensayo de nuestro colaborador Ali Bounoua, miembro del comité editorial, acerca de la literatura canaria y el boom literario latinoamericano en la traducción árabe, con un homenaje a la figura del traductor palestino Saleh Almani (Siria, 1949-Valencia, 2019)

Tal como apostó Almani por el boom latinoamericano y sus novelistas mediante sus traducciones a una lengua que sigue uniendo a más de una veintena de países, también lo mismo queremos hacer apostando por la literatura de un archipiélago que, en el caso de Marruecos, nos es más cercano que muchísimos países árabes. Apostar por las Letras Canarias y los novelistas isleños desde la labor de un traductor y lector apasionado, esta es la cuestión.

ALI BOUNOUA

El traductor que murió el día de mi cumpleaños

Tras ser elegido académico de la Lengua en 2012, Miguel Sáenz Sagaseta, el gran traductor español nacido en Larache (Marruecos, 1932) declaró que le gustaba traducir «porque es la forma más atenta e intensa de leer; además, da el placer de escribir sin el dolor del que tiene que crear algo totalmente nuevo».


Meditando en las palabras de don Miguel, me viene a la mente el recuerdo del magnífico e incomparable traductor palestino Saleh Almani, a quien el mundo árabe entero le debe haber traducido a su idioma casi todas las novelas del «boom» literario hispanoamericano y de otros autores españoles de renombre.
Saleh decía siempre que «más vale ser un destacado traductor que ser un mal escritor» por eso decidió destruir su primera y última novela nunca publicada para dedicarse completa y exclusivamente a traducir las novelas de los demás, las de los escritores hispanos. Así que Almani prefirió, como diría Sáenz, el placer de escribir –traduciendo– al dolor del que tiene que crearse una novela.
Lo que más intriga, por lo menos a mí, no es sólo el simple –y desde luego triste– hecho de que ese traductor, novelístico por excelencia, haya muerto hace ya un año en su exilio madrileño el mismo día de mi trigésimo séptimo cumpleaños, sino también aquella aventura suya en que apostó por las novelas de un «nuevo mundo» que era todavía desconocido a la sazón para el lectorado arabófono, literariamente hablando. Dicha aventura la estrenó en 1979 con la publicación de su traducción al árabe de «El coronel no tiene quien le escriba».


Más intriga aún que cuando moría Saleh Almani en Madrid, yo ya estaba probando «el placer de escribir sin el dolor del que tiene que crear…», estaba elaborando mi primera traducción al idioma árabe de una novela también pertinente a un mundo insular desconocido literariamente para los lectores arabófonos, aunque más cercano a la región arábiga que el continental de la América Latina: Las cenizas de Bagdad de Antonio Lozano, un novelista –y también traductor– español nacido en la mítica ciudad marroquí de Tánger, quien pasó más de la mitad de su vida en la isla de Gran Canaria y fue allí donde falleció, por lo cual no resultaría impertinente considerarle como canario a él y perteneciente a Canarias su obra, cualquiera que fuese la temática de ésta. Desgraciadamente, tanto Almani como Lozano murieron en el mismísimo año.


Tal como apostó Almani por el boom latinoamericano y sus novelistas mediante sus traducciones a una lengua que sigue uniendo a más de una veintena de países, también lo mismo queremos hacer apostando por la literatura de un archipiélago que, en el caso de Marruecos, nos es más cercano que muchísimos países árabes. Apostar por las Letras Canarias y los novelistas isleños desde la labor de un traductor y lector apasionado, esta es la cuestión.
Como fue el caso de la América hispana, las Islas Canarias también tuvieron su boom literario e incluso su «realismo mágico» que esperan desde hace décadas a un «nuevo Saleh Almani» que los llevara a costas tan cercanas geográfica e históricamente haciéndolos legibles en un idioma cuyos hablantes cubren ‘desde el Océano hasta el Golfo’. A todo aquel que podría vislumbrar en tal apuesta una desmesurada aventura o quizás un presumido intento imitativo, le responderá adecuadamente un refrán árabe: «puede haber en el río lo que no existe en el mar», así que puede haber en unas islas lo que no existe en todo un continente.


Ante un tal retraso traduccional, uno se ve obligado a plantear esta legítima interrogación: ¿por qué tardaron los traductores literarios arabófonos en descubrir ese Archipiélago de Letras que ha sido Canarias desde hace cinco siglos? Digo arabófonos porque no todo aquel que escribe y habla en árabe lo es forzosamente. Prueba de ello son los habitantes de Marruecos, el vecino más próximo de las Islas Canarias, donde conviven los árabes con los ‘amazighes’ (bereberes). Estos últimos, a quienes pertenezco personalmente, son considerados, sin lugar a dudas, los ancestros de los guanches canarios.


El motivo de esta precisión es contextualizar una anécdota que queremos citar, para terminar este modesto y breve ensayo, a título de cotejo entre el grado de conexión de un árabe con la lejana América Latina y el de un amazigh con las Islas Canarias tan cercanas. Aun viviendo en el mismo país, los árabes y los bereberes, marroquíes todos, para nombrar la chumbera, por ejemplo, usan dos gentilicios discrepantes: los primeros la llaman «la india» (hindiya) y los segundos «la canaria» (taknarit); aunque la chumbera, en realidad, vino a Canarias desde América, la de los indios, como les llamaron los conquistadores.
¿Acaso los traductores árabes olvidaban que Colón, el descubridor, partió desde Canarias hacia el poniente para descubrir aquel lejano «Nuevo Mundo»? ¿Quizá no saben todavía que Bolívar, el libertador, tenía sangre guanche en sus venas? ¿Quizás ni siquiera han de imaginar que los primeros y grandes hombres de letras del continente hispano tenían sus orígenes en estas ‘Islas Afortunadas’ pero también ignoradas a lo largo de la presencia arábigo-musulmana en España durante todos aquellos ocho siglos andalusíes?


Alí Bounoua (1982, Tiznit, alrededores de Sidi Ifni, Marruecos) Licenciado en Literatura Hispánica. Desde 2011 trabaja como profesor de español en el Ministerio de Educación marroquí. En 2016 empieza su carrera de traductor literario. Se considera, hasta ahora, el único especialista, dedicado a escribir en lengua árabe sobre la literatura canaria.

Fue uno de los cuatro traductores que vertieron los poemas del chileno Gonzalo Rojas al árabe en una publicación titulada «Diván del alumbrado» editada en Madrid por el Instituto Cervantes (2016). Publicó muchos textos de poetas hispánicos y canarios traducidos al árabe además de varios artículos en periódicos y revistas marroquíes y árabes.

Trabaja sobre un proyecto literario-traduccional de dar a conocer la Literatura Canaria en Marruecos y el Mundo Árabe y traducir las obras literarias canarias al idioma árabe, realizando en los últimos años importantes reportajes y ensayos periodísticos para suplemento culturales sobre figuras como Pino Ojeda, Pedro García Cabrera, Antonio Lozano, Oswaldo Guerra, Ángel Sánchez o Cecilia Domínguez, entre otros

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