“Anagnórisis poética: Cintio Vitier, de lo insondable a lo inteligible” Por América Femat

La autora mexicana América Femat nos ofrece un ensayo sobre la obra del poeta cubano Cintio Vitier (25 de septiembre de 1921, Florida-1 de octubre de 2009, Cuba) exponente singular de la generación de Orígenes. Recibió numerosos premios, entre los que destacan el Premio Nacional de Literatura en 1988, el Premio Juan Rulfo, en el año 2002, el título de Oficial de Artes y Letras de Francia, y la medalla de la Academia de Ciencias de Cuba.
Obra de Yanier H. Palao

Desde la revista Trasdemar presentamos este ensayo de la autora mexicana América Femat (México, 1984) dedicado a la figura del poeta cubano Cintio Vitier con motivo de su natalicio

Este intelectualismo del cubano, que parte de la duda, y ante ella, la indagación de lo real y lo eterno, permite elevar y evolucionar a los seres humanos desde la unidad del misterio, esto mismo se ve reflejado en su poesía, como un ejercicio de reconocimiento, aunado al compromiso por la justicia y su calidad humana hacia la otredad

AMÉRICA FEMAT

La poética de Cintio Vitier es una de las voces intelectuales más independientes, auténticas y resonantes de la historia cubana. Nace el 25 de septiembre de 1921 y muere en la Habana-Cuba el 1 de octubre del 2009. A noventa y nueve años de su natalicio, hoy por hoy, es uno de las piedras angulares en la creación de una identidad cultural y nacional cubana. Su padre, “Medardo Vitier” ensayista y educador, también forma parte de esa tradición. Alrededor de la vida del escritor, existieron distinguidas figuras que lo tocaron de manera distinta, posiblemente lo llevaron a ahondar en sus procedimientos estéticos e ideológicos. Tal fue el caso de la admirable filósofa y poeta María Zambrano, que inyectó en él, algunos preceptos de la teoría de la liberación; por otro lado, se hayan las figuras representativas de los escritores: Juan Ramón Jiménez, Cesar Vallejo, Ernesto Cardenal, la poeta e investigadora Fina García Marruz (esposa) y su entrañable amigo José Lezama Lima; dirigente de la revista Orígenes.

En esta tónica, Cintio Vitier, fue fuertemente asociado con el sobresaliente Grupo de los Orígenes, el cual comparten ciertas afinidades y apreciaciones artísticas como son: el sentido de la insularidad; aquella consciencia de mirar una Cuba desdibujada por los acontecimientos de la historia. Consciente de ello, Vitier, se propuso trazar la identidad isleña desde sus pinceles escriturales. Profundizar y rescatar aquellos paisajes del cotidiano, desde la estampa común de una familia cubana hasta el trajín de voces y ritmos en una celebración. Su propuesta estética manifiesta las raíces insulares; no obstante, pone en consideración, a una poesía universal.

El poema El Naranjo I del poemario “El Hogar y el Olvido” (1946-1949), entreteje, rescatando los sonidos y formas isleñas que se debaten entre la luz y la sombra; imaginación eterna del poeta, asida de palabras, la memoria.

I
El naranjo perfecto y respetuoso
junto a la casa fulgurante, sueña
en la noche indecible. ¡Qué reposo
esencial! ¡Qué extraña dulzura isleña
ilumina la flor de mi deseo
bañado de rocío y de memoria!
––Mas, ¿memoria de qué, si paladeo
estático la danza de la historia
en su divina, inmemorial figura?
¡Sabor incandescente, transparencia
de tesoros! Ya el azahar nocturno
dio en un latido esfinge o sepultura.
La vida me deslumbra de honda ciencia
–– y yo toco su nada, taciturno.

Son muchos otros, los rasgos representativos que persisten en la obra y poética de Cintio; los cuales son muy destacables, no en el sentido puramente académico, contrariamente a su etiqueta intelectual que sin duda la merece. La de Vintier, movió otras fibras, más trascendentales y profundas que sólo la libertad del ejercicio creador nos proporciona, dotándola de dinamismo y autenticidad, sin recurrir aquellas corrientes literarias en boga, o incluso, ante un preciosismo académico mal entendido (hermético).

Tempranamente las motivaciones escriturales del poeta que en mayor o menor medida se perfilan a un sentido de otredad, y más adelante, al de una diversidad, irán ganando madurez de perspectivas en temas; aquellas en torno a la libertad, la memoria depositada en diferentes áreas de la vida; los paisajes rurales y la nostalgia, la otredad, el ensimismamiento o lo meditativo, la amistad, la muerte y la extrañeza de estar vivos. Forjando una experiencia espiritual y vital con la palabra, cual maquinaria poética que traduce el mundo, el de Vitier, o más bien, el que revela en espacio y tiempo; lo que él mismo llamó: “una experiencia poética”.

En el sentido de construcción del “Yo poético” la de él, es la de un camino ideológico bien trazado y consiente desde su juventud. Las motivaciones de experimentar con el fenómeno del conocimiento, de tocar el éxtasis, llegar a la unidad, centro de uno mismo, de reconocimiento y rescate del ser desterrado. En sí, edifica una maquinaría poética capaz de retirar el velo de la realidad aparente; o al menos, vislumbrar otra realidad, la más elevada, la que sólo el espíritu puede tocar, a través del ejercicio del diálogo escritural entre el individuo y el universo; para ello, el poeta cubano se vale de dos mundos: el concreto y el abstracto. Esta experiencia poética le permite empalmar dos mundos aparentemente irreconciliables, logrando encarnar de forma admirable la experiencia mística y entregarla como un impulso literario de un mundo cotidiano pero con sustancia. Su calidad poética es altamente simbólica, en ocasiones mal enunciada por algunos críticos como: hermética, quizá debido a la densidad conceptual que en ella emana.

Complementando, la maquinaría por la que ejercita su proceso escritural en la poesía, esa motivación de nombrar la insondable realidad o alcanzarla ante la mirada de extrañeza o sobre salto de aquellos que miran desde el quicio, sin por ello dejar de apreciar y contemplar las revelaciones de un absoluto. Todo esto será, el eje y la base por la cual ejercitará su “experiencia poética” tan anhelada e imprescindible para el escritor cubano.

Con todo, podemos identificar en aquella propuesta estética, los niveles de significantes profundos, estadios de consciencia que nos trascienden. No es el demiurgo, no es el profano, acaso el iniciado emprendiendo la aventura de conocer y conocerse, la revelación de terceros sin dejar de confrontar la inmediatez, y algunos juicios absolutos que pesan sobre el mundo, más todavía, se trata de un hombre humanista que por su ejercicio poético, tendrá estos y otros rasgos característicos sustentados en aquellas bases.

Por eso, la de Vitier, es una poesía de lo insondable a lo inteligible; una anagnórisis poética, que en un principio se manifiesta y nace de ese proceso escritural, de adentro (del diálogo íntimo) hacia fuera (la otredad), y que en palabras de Saínz, crítico de arte y especialista en el poeta Cubano, resulta un ensimismamiento, la constante duda ante el ser y las realidades. De este ejercicio de ensimismamiento ante la duda y la preocupación constante por aprehender y aprender la verdad, más aún, en palabras de Saínz, se designa lo siguiente: “la de Cintio Vitier es una poesía del desciframiento y el diálogo”. Y es verdad, en todas sus consideraciones, pues responde al acto de generar estos vasos comunicantes, primero, en él mismo como centro y unidad potencial para asir de la experiencia poética la trascendencia espiritual, y ya finalmente en su etapa florida, encontrarnos con una visón del otro, renovada, de tal manera que comienza a mirarse en el otro y lo otro, signo inequívoco de diversidad.

Es aquella insondable poesía, la de Cintio Vitier, inteligible ante aquella maquinaría que invita a experimentar e intuir la realidad a través de las sensaciones que nos provoca la palabra, aquella, para Cintio, muchas veces insuficiente, de ahí la angustia en su primera etapa. Cito al autor: “Las palabras han sido y son para mí un umbral, nada más. (…) ¡Qué difícil que las palabras den el peso de la vida, con exactitud”. De este modo, se diferencian dos etapas, entre ambas podemos distinguir un intersticio. De este modo enuncio la primera etapa que corresponde entre el año de 1937- 1949, como se mencionó arriba, se desprende del ensimismamiento de un Yo íntimo que percibe los hechos reales de una realidad dada por el mundo que intenta ser descifrada por la palabra insuficiente. Este sentido de angustia por rescatar un tiempo perdido (la memoria) sin olvidar la búsqueda ontológica, metafísica, mística, y esencialmente espiritual.

El acto escritural le permite vivir con actitud poética de sustancia; es decir, y en palabras del autor: “Es de penetración de la escondida realidad”. Y la búsqueda de una voz inmediata que trae relaciones de lo cotidiano y lo íntimo, reflejado en su obra prima “Luz ya es sueño”, escrita a los 17 años. Poema La Ideal:

En la cumbre de mis sueños,
pulpa embebida: ¿qué más?
Si no te puedo olvidar,
figuración ardua, oro

Quizá nazca para mí
tu azul en la línea vil.
Sombra musical, mujer
quizá te tornes: sal, sed.

Pero te quiero ––¡pasión!
¡nieve antigua en río joven!––
siempre virginio horizonte,
mi ápice fino de amor.

En 1940, bajo el poemario “Palabras Perdidas” del poema Éste Soy, el poeta perfila estos versos en torno al ser:

Éste soy, de trono concéntrico y veraz,
de texto iluso en la mirada empezando a recibir
las enormes costumbres, los voraces estribillos.
Qué me importa vivir si mañana estaré muerto.
Qué me importa morir si ahora estoy solo de frente
al ángel de mi boca, si eterno oscuro caigo
al fondo de mis ojos, lleno de nada hasta la sal nocturna.
Qué me importas o retórico mundo, si mi muerte está viva
para siempre como el hambre que devora la forma del silencio.

En adelante su primera etapa evoluciona hacia un intersticio donde el poeta desarrolla paulatinamente un diálogo con la otredad, este corresponde a los años posteriores de 1950-1968, continúa “sí” en la deseosa búsqueda y compromiso con la realidad, la historia, la identidad y su nación. Parafraseando a Enrique Saínz, menciona que el poeta no se disocia nunca del diálogo (incluso algunas veces del mismo diálogo interior de la primera etapa), es la manera que precisa aprehender el conocimiento, iniciando un diálogo entre el yo y el otro y más adelante entre el yo y lo otro. Prescribo un fragmento de la cita en palabras de Vitier, que el crítico nos regala en el prólogo de “Visperas”: “La separación del mundo y la palabra del mundo. En esa separación nos sentimos también separados, alejados, no psicológica sino ontológicamente. Esa lejanía es el dónde, el qué es, de la extrañeza”.

A partir de ahora, en el poeta, se puede apreciar una voz inmediata, que a razón de su ejercicio poético, buscará traer las revelaciones en el plano de lo cotidiano. Ante esta nueva fase, se transfigura y cobra una nueva luz de tratamiento en torno a sus motivaciones, creando un diálogo de más altura y densidad conceptual; contrariamente a lo imaginado, será de mayor claridad y sustancia. Cito al poeta en una de sus confesiones literarias que nos entrega en la antología poética de su obra “Vísperas”.

“Durante quince años he vivido esa necesidad, no sólo de expresar tales o cuales sentimientos, ideas, o expresiones, sino también de entregar una palabra. Necesitada además esas entregas para seguir viviendo y escribiendo (…) Necesitaba liberarme de cada formación que el verbo me ofrecía, para intentar otro impulso y otra medida, la necesidad de lo otro, y no sólo del otro” (…) “En cuanto al título del libro, lo he preferido por dos razones; la primera, porque toda poesía me parece el umbral de un advenimiento mayor e inabarcable; la segunda, porque el proceso de mi poesía en especial, cualquiera que sea su valor objetivo, me ha servido a mí para acercarme a realidades que desde luego la anonadan”.

De su poemario “Sustancia” de 1950, del poema Sitio, escribe los siguientes versos.

Mira el viento borrascoso detenido por la luz.
(¿Dónde?)
abre los ojos y verás
la quimera que asoma con despótica dulzura;
un árbol
cuyas hojas lo descifran todo en la luz.
(Pero, ¿dónde?)
Mira esa piedra, la mañana cuando nace
para ser sorprendida por el oro
oscuro del uvero de la memoria.
¿Dónde?
No se sabe, allí,
allí, donde está el árbol, el viento, la piedra;
donde tu me miras.

Finalmente hemos llegado a la etapa de mayor madurez, una transición aproximada entre 1968-1990, un poeta que se tiende ante una experiencia de la otredad y del mundo, sin olvidar los preceptos bases que lo conforman, como se mencionó en líneas previas de la “experiencia poética”; la anagnórisis poética en aras de obtener la unidad, ahora volcada, no únicamente en el otro, si no en lo diverso.
Tal es el caso del poemario “Hojas perdidizas” del año 1988, y con el poema El actor.

Lo mejor es cuando uno,
no aparece,
cuando no está.
El vacío, qué bien nos representa.
Qué pleno respira, el ausente.

La anagnórisis revelada en este y en el siguiente poema: Nupcias, reconoce una voz más consciente del tiempo y el espacio, sumergiéndose en las atemporalidades, en este caso en la de su nacimiento, revelado por el ejercicio poético, lo que le permite contemplar aquel desdoblamiento de su ser, la materia y el espíritu reconciliados.

Por el amor nací
en un arenal.
Pobres pinos, y lugares desolados,
me esperaban, con amor,
en un arenal.
La aridez y el amor
tuvieron nupcias en mí.

Ese “Yo íntimo”, volcado hacia el terreno de lo cotidiano, de lo público y del conocimiento de la realidad a través del prójimo. Experiencias tan anheladas por Cintio, que son parte de sus principios estéticos en su obra. El poeta dice: “Si el país no tenía sentido, mi casa lo tenía (…)Desde las bodas, el hogar, el hijo, empecé a ver, no fragmentos clandestinos, tantálicos deslumbres, sino unidades de lo real, paisajes plenos, rostros de la patria”


Según Saínz los textos meditativos suscitados en situaciones muy concretas e íntimas por el poeta cubano, son pruebas de lucubración del espíritu y la materia. Por eso considero, que en esta última etapa analizada, nos encontramos con procesos meditativos, y en palabras del mismo Cintio: “estos procesos encuentran el centro casi legendario de nuestra persona”; es decir, volcarse a lo eterno. Para desarrollar mejor este último punto, cito una respuesta de Cintio Vitier, de la entrevista realizada por el poeta y narrador Rolando Sánchez Mejías, a la cual el cubano responde:

La materia, en sí misma, es el misterio. […] Y las páginas centrales de mi Poética están dedicadas a “la zarza ardiendo”. Ahí está el misterio mayor de la revelación judeocristiana, para la cual el espíritu no es lo contrario de la materia, sino su energía, la combustión que la hace eterna sin salir de la caducidad. […] Si el espíritu en el mundo sólo puede existir como materia, la materia tiene que resucitar, o más bien, la materia es, ya, el anhelo de resurrección que la poesía oscuramente recibe de las cosas, de las criaturas. Una eternidad de la caducidad, la zarza que no se consume, un amor inconsumible, ¿no es la materia misma de la poesía?

Por último, este intelectualismo del cubano, que parte de la duda, y ante ella, la indagación de lo real y lo eterno, permite elevar y evolucionar a los seres humanos desde la unidad del misterio, esto mismo se ve reflejado en su poesía, como un ejercicio de reconocimiento, aunado al compromiso por la justicia y su calidad humana hacia la otredad; en otras palabras, asumió un rol dentro del ámbito social y nacional, logrando temáticas con alturas universales.

Más aún, aquellos rasgos particulares en su cosmovisión son expresados en una entrevista realizada por el diario el País en 1998, donde recrea un comentario alusivo a la “Teleología de la Historia”: esa rama de la metafísica de los fines últimos y no de las causas y consecuencias. Frente a una profunda reflexión sobre el rumbo de la nación cubana y sus dirigentes, el poeta revela su postura de manera natural, cito: “Yo creo en la teleología de la Historia, con mayúscula, y que ésta avanza a favor del bien espiritual y material común»”.

Concluyendo, la de Cintio Vitier, se trata de una poética de la totalidad, la fusión de los complementarios; a través de ese diálogo intenso, va construyendo no sólo el cuestionamiento íntimo; sino lo otro y lo cotidiano, el fin será comulgar con el centro de uno mismo que se encuentra en el centro de todas las cosas.
Cito el poema Suspiro del Autor.

Uno dice, pero no era eso
lo que tenía que decir; otro no dice
nada, pero no era eso
lo que no tenía que decir; otro
desdice con decir lo que no dijo
sin querer; otro quisiera decir algo
que no deja nunca de decir; otro se calla
lo que había sed de que dijera; otro dice
lo que ya no hay oído para oír: otro inaugura
un almacén de dichos inservibles; otro llega
cuando los invitados se despiden; otro
sube, diciendo, escaleras fatigosas
que dan a ningún sitio; otro, en fin, dijera
o dijese, pero deja
la cosa mendicante en el vacío…


1Esta densidad conceptual, propiamente anunciada por el crítico literario Enrique Saínz, en el texto “Puentes Cordiales” http://www.arquidiocesisdelahabana.org/contens/publica/ceah%20Vivarium/suplementos/puentes/conten/vitier.html?fbclid=IwAR2gPWxW1fNYkYXaT_tfXyXITMlzUB4KmwlN8RED5QyKl–Ifgxl6sD4OWo

2 Saínz, Enrique. “Vísperas, Cintio Vitier”. Editorial Letras Cubanas, La Habana, Cuba, 2007. Pág. 16 -17

3 Esta densidad conceptual, propiamente anunciada por el crítico literario Enrique Saínz, en el texto “Puentes Cordiales” http://www.arquidiocesisdelahabana.org/contens/publica/ceah%20Vivarium/suplementos/puentes/conten/vitier.html?fbclid=IwAR2gPWxW1fNYkYXaT_tfXyXITMlzUB4KmwlN8RED5QyKl–Ifgxl6sD4OWo

4Saínz, Enrique. “Vísperas, Cintio Vitier”. Editorial Letras Cubanas, La Habana, Cuba, 2007.

5Ibídem pág. 15.
6Ibídem pág. 2.
7Archivo recuperado desde la red mundial el día 15 de marzo de 2020. Gullón, Ricardo. “Cintio Vitier y su última poesía”. Fundación Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes. http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/cintio-vitier-y-su-ltima-poesa-0/html/00e8ef34-82b2-11df-acc7-002185ce6064_2.html?fbclid=IwAR3qmLcKM-xRMr65ZMKn2yxi_NLYijVgy1YEh4d269LkWgobFcAPCdw_cKg

8 Saínz, Enrique. “Visperas, Cintio Vitier”. Editorial Letras Cubanas, La Habana Cuba. 2007. Pág. 14.

9 Ibídem. Pág. 25-26.
10 Ibídem. Pág.
11 Archivo recuperado desde la red mundial: Saínz Enrique, “Puentes Cordiales” http://www.arquidiocesisdelahabana.org/contens/publica/ceah%20Vivarium/suplementos/puentes/conten/vitier.html?fbclid=IwAR2gPWxW1fNYkYXaT_tfXyXITMlzUB4KmwlN8RED5QyKl–Ifgxl6sD4OWo

12 Archivo recuperado desde la red mundial el día 17 de marzo del 2020. “El País” Puente , Antonio. 5 de junio del 1998. Madrid España. https://elpais.com/diario/1998/06/05/cultura/896997611_850215.html?fbclid=IwAR3qmLcKM-xRMr65ZMKn2yxi_NLYijVgy1YEh4d269LkWgobFcAPCdw_cKg


América Femat Viveros, México, 1984. Licenciada en Periodismo y Medios de Información por el Instituto de Estudios Superiores de Monterrey. Maestra en Mercadotecnia por el Instituto Tecnológico Latinoamericano. Becaria por el (PECDA) Hidalgo 2017. Es Directora General del proyecto cultural y editorial Cipselas. Forma parte del comité organizador del Encuentro Internacional de Poetas De Amores y Otros Sabores. Es colaboradora e integrante del Círculo de Estudio Ante la Poesía, El Ojo de Faetón, es directora del Consejo Mexicano de Escritores en Hidalgo, y es miembro del Consejo Consultivo de la Academia Nacional de Poesía con sede en Hidalgo. Ha publicado reseñas y artículos en diversos medios impresos y electrónicos, nacionales e internacionales. Autora de los poemarios: “Inexorable”, “Muestra poética, América Femat” revista chilena Mal de Ojo, biblioteca en línea (2016), “Irrupción” Cipselas (2018), “Atisbo” Letras de Barro (2019) y “La Estación del Agua” (2020).

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