“Over the telephone” Poemas de Lourdes Vázquez

En la Revista Trasdemar celebramos nuestro cuarto aniversario con la difusión de la creación literaria contemporánea en las islas
Lourdes Vázquez / Cortesía Crear en Salamanca

Presentamos en la Revista Trasdemar una selección poética de la escritora puertorriqueña Lourdes Vázquez, a quien damos la bienvenida a nuestra revista. Poeta, narradora, ensayista, traductora, editora y Bibliotecaria Emérita de Rutgers University. Es autora de varios libros de cuentos, poesía, biografía y novela. Ha sido galardonada con el Juan Rulfo de Cuentos (Francia) por su cuento “La Estatuilla” en la categoría: Literary World (2002). Una selección de su poesía ha sido publicada en italiano: Appunti dalla Terra Frammentata (Edibom, Edizione Letterarie, 2012); así como la crónica/ensayo The Tango Files (Edizione Arcoiris, 2016) y la plaquette: Cibeles que sueña=Cibele che sogna (Asiray: 2020). Parte de su obra ha sido traducida al inglés por Bilingual Press, Arizona State University. A saber: Not Myself Without You (2012) que forma parte del listado anual ‘Top Ten “New” Latino Authors To Watch’‘ y Bestiary: Selected Poems (2004) Mención de honor, Foreword Reviews Book of the Year Award, (USA). Sus libros más recientes son Fugas (Furtivas: 2023), Puro Paisaje (La Criba, 2023), Orígenes de lo eterno y así las cosas (Verbum, 2020), Un enigma esas muñecas (Torremozas, 2015) recibió la Mención de Honor 2014 Paz Prize for Poetry (USA) y Adagio con fugas y ciertos afectos (Verbum, 2013). Ha sido miembro del Panel de Literatura del New York Foundation for the Arts, Urban Artist Initiative; Jurado de BorderSenses Literary Prize in Fiction y del National Poetry Series/Miami Book Fair, Paz Poetry Award. Compartimos una muestra de su libro “El atardecer de los planetas azules” (Ed. Los Libros de la Iguana, Mención de honor, Casa de los Poetas, PR) en nuestra sección “Conexión Derek Walcott” de literatura contemporánea del Caribe

y el reino de las flores en jarros en las habitaciones

de hotel luce todos sus colores

LOURDES VÁZQUEZ
TRES

Lancé por la ventana los miles de papeles, documentos, cartas y fotos que más daño me han causado. Papeles y más papeles que me acompañaron sin misión alguna. Las prendas más queridas, las figuritas chinas, los tereques de cocina: trastes y porquerías que vengo arrastrando hace mucho, y no sé porqué: los libros que tratan sobre  Puerto Rico.

Realmente lo quise echar todo, pero me contuve. Al poco rato los ruidos de la noche me obligaron a asomarme a la calle.  Un joven disfrutaba de todo aquello y elegantemente se movía como si estuviese en una tienda de museo disfrutando réplicas egipcias.  

Meses más tarde lloré arrepentida de mi propio saqueo: especialmente cuando me topé con un viejo arrastrando un carrito de compras con todos mis libros y con esta dignidad elemental, que es lo que quedaba, me adentré en el estómago de esta saudade, atravesé su morada y rompí su cuartel como el cuento de los tres cochinitos. Soplo, soplo, soplo y todo es devorado por los vientos calientes.


OVER THE TELEPHONE

Participar de un nacimiento over the telephone, fue lo que hice anoche. Escuché a la madre acercarse al auricular. “Ahí vamos”, dijo.    Ahí vamos naciendo mi nieta y yo.  Ella desde las caderas asoma su cabeza mofletuda para esconderla nuevamente. Yo colonizada por la agonía y queriendo decirle:  “Vamos. Niña. Ánimo a la vida.” Y así fue, repetidas veces, hasta que la criatura se asomó para ser recibida por todos los amores. Todos los olores del mundo. 

Escuchar un nacimiento por un par de auriculares es lo que me faltó para poder concluir que creo he vivido todo, o casi todo: porque a decir verdad nunca estuve de cuerpo presente ante la llegada de una criatura, con el rodeo de toreros acomodando sus trajes de luces a la vida que se aproxima. Húmeda de cariños, hinchada de plenitud.


ANOCHE ME ACERQUÉ

a lo que quedó de nuestra casa 
y su esencia íntegra, 
es decir: paredes, muebles, espejos y cristales, 
ventanas y aposentos transformaron su postura habitual. 
Para colmo, un inmensa ola flameada 
                  como venida de un mal sueño 
                  sofocaba todo y su espectro. 

Todo + la nevera, le toilé, el incinerador 
y los aires acondicionados.  Todo y muebles
 + espejos y cristales. 

La luna apareció por una esquina, 
como no queriéndose perder nada 
y se me ocurrió treparme por las ruinas
para ver como podía rescatarte
o rescatar lo que tan poco quedaba, 

mas tu esqueleto se agarró 
de las paredes con la risa de siempre,
la ceguera de siempre.


OTRO POEMA DE AMOR

‘Una calma de nieve precipitándose.’ Describo 
                       aquel momento en que la noche 
confronta al alpinista en la pared
         y el reino de las flores en jarros en las habitaciones
de hotel luce todos sus colores.  
           
Era otro invierno difícil. Estallamos de risa 
ante el comentario de un borracho en el medio de un párking
          
y de inmediato nuestros sentidos se agudizaron.
Todo fue inédito una vez más: los zafacones,
 los semáforos, la chatarra en aquel edificio abandonado, 
el asfalto, la estación de tren.  

Portada del libro /Cortesía de la autora

Un comentario

  1. Wow. Gracias por publicar a una de las más grandes poetas de mi país, cuyo verso, por lo que leo, aquí, se pone mejor con cada poema. Felicidades, Lourdes Vázquez. ❤️

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