De “Ala y sal” Poemas de Miguel Pérez Alvarado

Nuestro colaborador Miguel Pérez Alvarado ha publicado en revistas y medios de prensa como Calibán, 2C-La Opinión de Tenerife, Cuadernos del Matemático, ABC-Cultural, Piedra y Cielo Digital, La Revue de Belles-Lettres, Revista Fogal o Cultura-La Provincia
Fotografía cortesía del autor para Trasdemar

Desde la Revista Trasdemar presentamos una selección poética del autor Miguel Pérez Alvarado (Las Palmas de Gran Canaria en 1979. Estudió Ciencias Políticas
y Periodismo en Madrid, ciudad en la que residió entre 1997 y 2013. Ha publicado los siguientes libros de poesía: Teoría de la luz (2001), Levantado templo (2011), Abra (2018), y Ala y sal (2018). En 2011, junto a Íker Martínez, publica Abordajes seguido de Ritmo, escritura ensayística a la que siguen Tras la sístole. Viaje y escritura insular (2015), El regreso a la isla en Alonso Quesada, Pedro Perdomo Acedo y Manuel Padorno (2019) o Para el salto la palabra (2019). En Hilo de tres puntas (2009) se recogen sus conversaciones con el crítico Jorge Rodríguez Padrón, autor del que hizo una recopilación de textos en Variaciones sobre el asunto (2015). Incluimos la muestra literaria de nuestro colaborador en la sección de poesía contemporánea

Una herencia de piedras sonando contra el mar

MIGUEL PÉREZ ALVARADO

De Ala y sal

EL tiempo derramado en el aire
hasta hacerlo respirable;
a los pies del olvido un nuevo tacto
repta y ancho
coagula el deshielo de los días.

Aprende a poner en flor
tanta savia tan corta
contra la muerte y contra el trueno que te trajo.

Alcanza y comba el tiempo
de agujeros, besos, estandartes;

embalsa y bulle la sangre
de este cuerpo que esta vez,
derramado el tiempo en el aire,
margulla todos sus rincones.


SON piedras
lo que heredas;
chocan para abrir
estrepitosamente el aire
y del revés
si el mar aprieta y condensa
en hueso, en ínsula, en voz
la sangre arribada ante tu orilla.

Una herencia de piedras sonando contra el mar.

(canario cántico)


EN medio de la noche, la sombra de los árboles
hospeda
el corazón que dejé atrás
para pira donde arda
en luz devuelta
la sangre última.

Si cayó el cuerpo y floreció
en sus trozos dispersos,
si cada herida hizo suyos sus riscos,
si el sol te desencalló del tiempo,
y en la memoria ves brillar entonces
la sombra de los árboles
entonces en medio de la noche
entonces el corazón iluminado.


De Abra

DEVUELTO a la orilla,
traído trozo de mar como otra seba,
el cuerpo sea poco a poco,
más a más, hecho al contorno
que andamió la boca
desde atrás.

El salitre que fue memoria
y dio fulgor
ahora tenga en mí
su enredadera;

nunca menos sed
—cascada en flor—
que allá de donde venga, y mar
que me devuelva ya en escombros
contra la orilla.

(jonás expulso)


COMO quien pone el pie en la orilla y, retenido el caminar contra
pared de sebas, da su cuerpo entero en salto al agua para esquivar la
maraña de algas. Así, de golpe dado en el poema al oceánico hondón
tras el húmedo contacto con los sebadales de la lengua.


DEJARA el breve sol que asombró tus pétalos intacta tu alma en la
noche; no pudieras resistir en el dolor junto al solo testimonio de las
promesas que arrastras desde atrás, y nada habría sido dicho
entonces para ti, ni aun por tu propia boca, pues no advirtieras que la
luz que declina en la tarde te fue dada sólo a cambio de sus
prolongaciones


SI contra el albor de la espuma, hecho el cuerpo trizas dentro del mar;
ni el pecho te contenga: date. Retuvieras tan sólo aquello en lo que
restas, y serás florecido manso escupido en arena a la orilla.

(mar de la cícer)


De Siquiera (inédito)

QUIÉN me dio la noche
hecha luz del cénit
para devorar
como siniestro alumbre
cada
sediento
tránsito
hacia el sol
con alas de cera;

la caída;

inevitable caigo
desde la luz,
pero es noche.

(icárico)


CABE en la noche
aun cuanta más luz;
vienes desde atrás, más sol
que no miran ya estos ojos,
sino aquellos que sorbieron
y dan tamaño a tu sombra:

clara y compacta
destócote y me eterno;

mas sea hasta qué antíloco
que el tajo dé y destrúyate
para, abiertos los ojos
dentro de tu vientre,
no sea la sombra, luz,
sino entonces y ya
desde siempre
día y noche
holgante pena,
pero así penumbra.

(solsticio de verano)


Miguel Pérez Alvarado nació en Las Palmas de Gran Canaria en 1979. Estudió Ciencias Políticas y Periodismo en Madrid, ciudad en la que residió entre 1997 y 2013. Ha publicado los siguientes libros de poesía: Teoría de la luz (2001), Levantado templo (2011), Abra (2018), y Ala y sal (2018). En 2011, junto a Íker Martínez, publica Abordajes seguido de Ritmo, escritura ensayística a la que siguen Tras la sístole. Viaje y escritura insular (2015), El regreso a la isla en Alonso Quesada, Pedro Perdomo Acedo y Manuel Padorno (2019) o Para el salto la palabra (2019). En Hilo de tres puntas (2009) se recogen sus conversaciones con el crítico Jorge Rodríguez Padrón, autor del que hizo una recopilación de textos en Variaciones sobre el asunto (2015). Asimismo, ha preparado la edición de Juan Manuel Trujillo Fisonomía de Canarias (2018) y con Oswaldo Guerra y José Miguel Perera la edición gallego-española 10+-3 poetas de las Islas Canarias / 10+-3 poetas das Ilhas Canárias (2019). Asimismo, selección de sus escrituras y diversas colaboraciones han aparecido en varios medios escritos, entre otros: Calibán, 2C-La Opinión de Tenerife, Cuadernos del Matemático, ABC-Cultural, Piedra y Cielo Digital, La Revue de Belles-Lettres, Revista Fogal, Cultura-La Provincia

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