Presentamos en la Revista Trasdemar la colaboración del escritor Fabio Carreiro Lago (Vigo, 1986) a quien damos la bienvenida en nuestra revista, compartimos su reseña del libro “Sueños Guajiros” (Ediciones Idea) de la autora Paola Tena (México, 1980), en nuestra sección “El invernadero” de literatura contemporánea de las islas
Paola Tena (México, 1980) reside en Tenerife y es pediatra, escritora e ilustradora. La minificción el género en el que desarrolla su obra. Sus relatos aparecen en antologías mexicanas e internacionales. Como editora literaria ha antologado obras colectivas de minificción. Dirige la editorial cartonera Alebrije y el espacio literario semanal, Historias mínimas, en #CandelariaRadio. También publica en revistas y blogs literarios. Entre sus publicaciones cabe destacar Las pequeñas cosas (Ediciones La Palma, 2017), Rosa Mexicano (La tinta del silencio, 2020) y Cordón Colorado (Sherezade Ediciones, 2020)
Fabio Carreiro Lago (Vigo, 1986) es profesor de Geografía e Historia. Ha residido en Tenerife, Gran Canaria y Lanzarote. Entre sus publicaciones cabe destacar los libros de relatos Noches de naufragios (Baile del Sol, 2020) que fue seleccionado en el Festival Índice de 2019 y Una felicidad sin tiempo (ACTE-Cursiva, 2021) que obtuvo el Premio Amparo Walls. Además es autor del poemario Casa de los volcanes que fue publicado en 2021 por la Fundación Mapfre-Guanarteme en su colección Canarias en Letras.
La minificción es un género literario que durante los últimos años ha tenido un gran desarrollo en Canarias y, en particular, en Tenerife donde escritoras como María Gutiérrez, Carmen de la Rosa, Ana Vidal, Virginia González Dorta, Ana Navarro o Paola Tena, por citar solo algunas de las más significativas en este contexto, han realizado publicaciones de gran calidad que han obtenido reconocimiento del público y de la crítica. En este sentido la creciente importancia de este género ha llevado a la celebración de sucesivos simposios de minificción auspiciados por el departamento de Filología Española de la Universidad de La Laguna, lo cual ha permitido, entre otras cuestiones, el estudio crítico de la creación minificcional desde nuestro ámbito geográfico: características, influencias, relaciones, temas…
Dentro de este contexto de auge de la minificción el libro Sueños Guajiros de Paola Tena supone un nuevo paso en la ya destacada trayectoria de la escritora y viene a completar sus títulos anteriores: Las pequeñas cosas (Ediciones La Palma, 2017), Rosa mexicano (La Tinta del silencio, 2020) y Cordón colorado (Ediciones Scherezade, 2020). Con esta entrega nos ofrece nuevos textos que indudablemente nos harán disfrutar de la lectura. Wislawa Szymborska en una de sus respuestas en la sección Correo Literario decía “en el día a día, no está mal si una lectura nos muestra el mundo bajo una luz diferente a la de nuestra sensibilidad y aunque sea solo por un momento nos preocupa, nos sorprende, nos alegra”. Eso consiguen estas minificciones en un primer momento: aportar una luz distinta sobre muchas cuestiones y sorprendernos, alegrarnos, preocuparnos… Pero además este pequeño libro también es una lección sobre el género minificcional, una muestra de muchas de sus posibilidades, características y, especialmente, sobre el buen uso de los recursos que le son propios como la economía y la condensación del lenguaje, la hipertextualidad, el humor, la parodia, la fractalidad o la elipsis.
La minificción es, probablemente, el gran género de nuestros tiempos por su característica esencial de la brevedad. Sin embargo, tal y como señalaba Gabriel García Márquez, uno de los autores favoritos de Paola Tena, no hay que olvidar que “el esfuerzo de escribir un cuento corto –o una minificción- es tan intenso como empezar una novela”. No debemos olvidar que, a pesar de haberse recogido textos suyos en antologías y obras colectivas, hacía cuatro años que la autora no publicaba un nuevo libro, lo que nos puede dar una idea del trabajo exigente llevado a cabo durante este período.
Julio Cortázar durante sus clases de literatura en Berkeley en 1980 compara el cuento con la esfera, la forma geométrica más perfecta en el sentido de que está totalmente cerrada sobre sí misma, pero también la compara con la fotografía. “El gran fotógrafo hace esas fotografías que nunca olvidaremos –dice Cortázar-: en la que el encuadre tiene algo de fatal, proyecta una especie de aura y deja la inquietud de imaginar lo que había más allá, a la izquierda o a la derecha”. Las minificciones de Paola Tena se cierran efectivamente como una esfera, pero producen también una vibración y una intensidad que nos acompaña después de cada lectura, que nos obliga a mirar más allá.
En cuanto a sus influencias más destacadas, además de los citados García Márquez y Cortázar, la propia autora señala para este libro el ascendente que le han supuesto las lecturas de Shirley Jackson y Abelardo Castillo. Shirley Jackson fue una cuentista norteamericana que se especializó en cuentos de terror, especialmente, en contextos domésticos y se puede apreciar su influencia en muchos pasajes del libro como, por ejemplo, en Ruleta Rusa. Abelardo Castillo, por su parte, fue un escritor argentino, uno de los grandes defensores del relato breve. Castillo usa la crueldad y el cinismo como elementos centrales en sus relatos mostrando a sus personajes sin piedad, con sus vidas mezquinas y, en ocasiones, grotescas. Esta actitud crítica me parece que impregna a la autora pues esta perspectiva, este tono crítico se acentúa respecto a sus libros anteriores.
Pero, tras una detenida lectura, se encuentran otras afinidades con autoras mexicanas como Elena Garro, Amparo Dávila o Leonora Carrington con sus numerosas referencias a la cultura y tradiciones aztecas y el particular culto a los muertos. Pero también nos aproximamos en los relatos a Italo Calvino y sus ciudades imposibles en textos como Alejandro y Haim, así como hallaremos referencias de los cuentos populares en minificciones como En el bosque de las siete colinas. También hay dedicatorias a autores contemporáneos como Clara Obligado, Care Santos, Andrés Neuman, Pía Barros o Ana María Shua, que nos indican una vínculo afectivo con los autores y sus obras.
Pero llegados hasta aquí, ¿qué son los Sueños Guajiros que dan título al libro? Sueños guajiros es una expresión popular en México y significaría algo así como una ensoñación que no va a ocurrir nunca. En términos más próximos podría ser equivalente una expresión como “pensar en pajaritos preñados”. Un guajiro, originalmente, era un campesino pobre de una región de Colombia (La Guajira) pero así es como se conoce también a los campesinos en Cuba y otros lugares del Caribe. Se dice que la expresión tiene su origen en Cuba y que llegó a México a través de la figura de Fidel Castro que residió allí mientras preparaba el movimiento guerrillero que terminaría por derrocar la dictadura de Batista. Existe una anécdota que dice que cuando Castro hablaba de una Cuba libre y donde el Pueblo fuera feliz, la gente que lo escuchaba le decía “son solo sueños guajiros”.
Sueños guajiros, ensoñaciones que están destinadas a no cumplirse, por lo tanto, o sí, son las que dan título a un libro que contiene un total de 63 relatos agrupados en cada una de las cuatro partes del libro. La dificultad de agrupar los relatos y que luego pareciera una organización natural fue uno de los mayores retos a los que se enfrentó la autora a la hora de componer finalmente el libro.
La primera parte se abre con un fragmento de una canción de Amparo Ochoa, cantautora mexicana cuyas letras trataban sobre la vida, los obreros y los estudiantes y la necesidad de acabar con las diferencias sociales. Este segmento del libro habla, efectivamente, de gente pobre, de la vida de los campesinos pero también de tradiciones de la cultura mexicana y de la historia preeuropea. Comienza con un relato que se titula Calima y que, provisionalmente, fue el título original del libro. Podría haber sido un buen título porque aludiría a la dispersión de los temas tratados a lo largo de la obra. Los relatos que se incluyen en esta parte tratan con profundidad la cuestión de la pobreza, desde distintas problemáticas: el hambre en algunas regiones, la emergencia climática que está llevando a una crisis alimentaria, social, etc., Las tragedias de las migraciones, ya sean por mar o por tierra como en México, el despoblamiento rural, los problemas ambientales y la necesidad del reciclaje… En definitiva textos que tienen una vertiente política relatados con inteligencia e ironía. Se incluye en esta sección también el Diario de una confinada, que obtuvo el primer premio en la categoría de cuento del I Premio de microrrelato y cuentística del confinamiento en casa en 2020 y permanecía inédito.
La segunda parta comienza con una cita de Cien años de soledad, la gran novela de García Márquez y una de las favoritas de la autora. Los temas que se abordan en esta parte tienen que ver con la familia, la ternura y la inocencia (o suspicacia) de los niños –tema que trasciende en todo el libro- y con los recuerdos y la memoria. En esta parte encontramos, entre otros, el relato titulado 1148 que realizó la autora inspirándose en fotografías realizadas por su hermano Carlos Tena.
La tercera parte tiene comienzo con un fragmento del Cantar de los Cantares, uno de los libros que componen el Antiguo Testamento y se configura fundamentalmente en torno a cuentos que abordan cuestiones de amor y erotismo. Aquí se incluye un relato que habla de un viaje verdadero que la autora hizo a la Península de adolescente con su familia escuchando constantemente un disco de Julio Iglesias, aunque el texto transforma muchos de los hechos reales.
Finalmente, la última parte está formada por textos más desenfadados y que muestra referencias a la ciencia (Arquímedes, Schrödinger), la música (Salieri) y el arte (Caravaggio, Miguel Ángel). Las referencias cinematográficas (Origen, de Cristopher Nolan) y musicales (Queen, Kurt Cobain) jalonan todo el libro y nos hablan probablemente de algunos gustos personales de la autora.
La familia, lecturas, un origen cultural, recuerdos, gustos, intereses, preocupaciones políticas son, por lo tanto, abordadas en los relatos de Sueños Guajiros pero ¿qué más hay de la Paola Tena en su vertiente profesional como pediatra en sus relatos? En el libro también encontramos varias referencias a al ejercicio de la medicina en minificciones como Emulsión de Scott, Cuánto vale un recuerdo, Trascendencia o Pajaritos Preñados.
Retomando a Szymborska, “ningún escritor utiliza únicamente argumentos tomados de su propia vida. Siempre que puede, echa mano de los ajenos, los mezcla con los suyos o simplemente los inventa. Pero para un verdadero artista inventar es lo mismo que imaginar con una claridad real, e imaginar las cosas con esa claridad real significa, por su parte lo mismo que vivirlas personalmente. Es así como Flaubert pudo declarar que era Emma Bovary”. Es así como Paola Tena se convierte en cada uno de los diversos personajes de sus cuentos.
Hay escritores que narran lo que resulta desconocido para la mayoría de los lectores y logran volver esa extrañeza algo cercano, familiar. Existen otros que abordan lo ordinario, lo cotidiano y consiguen investirlo de novedad. La capacidad de hacer ambas cosas, la creación de un relato sorprendente, en toda su brevedad, es uno de los grandes méritos de las minificciones de Paola Tena, que con sus Sueños Guajiros nos invita a habitar sus fantasías, a soñar despiertos.
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