“Trasdemar y las revistas literarias en Canarias”. Por Víctor Álamo de la Rosa

Nuestro colaborador Víctor Álamo de la Rosa nos ofrece una mirada a las revistas literarias en Canarias con motivo de nuestro aniversario

Desde la Revista Trasdemar presentamos con motivo de nuestro aniversario la nueva colaboración del escritor Víctor Álamo de la Rosa (Tenerife, 1969) novelista y poeta, Licenciado en Filología Hispánica por la Universidad de La Laguna, autor de una amplia obra literaria de reconocida trayectoria internacional. Fue candidato al Premio FIL-Guadalajara de Lenguas Romances 2020


Una revista que quiera cumplir con su misión debe ser plural, abierta, democrática, atenta
a los fenómenos culturales, sin gregarismos.

VÍCTOR ÁLAMO DE LA ROSA

Tuve la suerte de encontrarme con la literatura en torno a 1987, cuando llegó a mi vida el profesor y escritor Juan José Delgado, prematuramente fallecido en 2017. Como es sabido, Delgado fue, ante todo, un generoso promotor de revistas culturales, como Fetasa, Cuadernos del Ateneo de La Laguna, Taramela, La teja de Bogotá, entre otras. El mundo cambia, a veces para bien, otras para regular y otras para mal. Y este mundo digital es velocísimo. A mucha velocidad, no vemos el paisaje.

Siendo un quinceañero, Juan José Delgado me invitaba a los consejos de redacción de las revistas literarias que dirigía. Recuerdo, por ejemplo, las reuniones en el bar restaurante Maquila, de La Laguna, aderezadas con vino y tortillas, para llevar a cabo los números de la revista Fetasa. Aquellos cónclaves, con la excusa de la elaboración de la revista, fueron mis mejores aprendizajes, porque en esas reuniones nunca faltaban maestros como Isaac de Vega, Rafael Arozarena, Cecilia Domínguez, Alberto Pizarro, Manuel Villaba, Ernesto Suárez, entre otros. Aquellas tertulias fueron la mejor enseñanza literaria de mi vida. Para que se hagan una idea, recuerdo como si fuera ayer escuchar a Isaac de Vega y a Rafael Arozarena debatir en torno a ese monumento de la narrativa que es La montaña mágica, de Thomas Mann. O escuchar por primera vez para mí los grandes nombres de la poesía canaria, Luis Feria, Manuel Padorno, José María Millares Sall, etcétera.


Este preámbulo biográfico viene a cuento porque la revista Trasdemar cumple un año de andadura. Las revistas literarias tuvieron su apogeo hasta finales del siglo XX y cumplían muchas funciones culturales. Escritores incipientes conocían a los consagrados. Aprendían los unos de los otros. Surgían nuevas ideas, proyectos, iniciativas. El simple hecho del acicate intelectual de aquellos contactos, nos renovaba las ganas de escribir. Que si teatro, poesía, ensayo, artículos, novelas, que si hace falta que alguien escriba algo sobre narrativa canaria última o poesía canaria última porque una revista de no sé dónde se había interesado por hacer un intercambio. Y así. Una revista que quiera cumplir con su misión debe ser plural, abierta, democrática, atent
a los fenómenos culturales, sin gregarismos. Y, en la medida de sus posibilidades,

Trasdemar ha venido cumpliendo con este cometido, porque en sus publicaciones yo
mismo ya he leído de todo. Y eso es magnífico. Que Canarias ha sido cuna de grandes
revistas culturales es una obviedad, y con citar por ejemplo Gaceta de Arte, Liminar, La
Página o Syntaxis, esta afirmación queda más que clara. Las revistas en las que yo
trabajé, incluso cargando cajas una vez publicadas, fueron principalmente Fetasa y
Cuadernos del Ateneo de La Laguna, dirigidas por Juan José Delgado, como dije. El caso es que a partir de las revistas se crearon colecciones literarias y otras publicaciones, y, al socaire de esta actividad, numerosos actos literarios, con presentaciones y recitales, una actividad que recuerdo casi frenética. Delgado, además, creía firmemente en que para sacar de su ostracismo a las publicaciones canarias, había que tender puentes con
otras revistas de otras latitudes, y así hicimos con Rumanía, Croacia, Cabo Verde, Venezuela y otros rincones de Hispanoamérica. Y sigo pensando que este es el camino para crecer en una literatura sana.

Trasdemar es una revista todavía joven. Con un año somos bebés, pero ya apunta maneras para crecer espigada. A finales del siglo pasado existieron pequeñas revistas que duraron poco, pero que dejaron su huella en la historia literaria. Las palmeras, La Fábrica y Azul, o Paradiso, fueron algunas que ahora me vienen a la memoria. No sabemos si Trasdemar será capaz de mantenerse en el tiempo, ojalá, pero sí sabemos que debe ser plural y democrática si queremos que sea efectivamente cultural. Temo, sin embargo, que pueda perderse en el proceloso e infinito mar de lo digital, pero en un mundo como el actual, sin verdaderos referentes culturales, creo que Trasdemar tiene la gran oportunidad de celebrarse como una verdadera posibilidad de volver a hacer cultura, con la parsimonia de lo que se lee y se reposa, erigiéndose como acicate intelectual para despabilar las memorias de este siglo XXI extraño, pandémico y volcánico, propicio para las buenas literaturas.

El autor junto a Juan José Delgado (1949-2017)
Fotografía cortesía de Víctor Álamo de la Rosa

Víctor Álamo de la Rosa nació en Santa Cruz de Tenerife el 29 de octubre de 1969, aunque pasó su infancia en El Hierro, principalmente en El Pinar y La Restinga. El Hierro y sus emblemáticos paisajes son centrales en gran parte de su obra literaria.


Se licenció en Filología Hispánica por la Universidad de La Laguna en 1994. Sus primeros poemas obtuvieron en 1987 un accésit del premio Félix Francisco Casanova, mientras que su primer texto narrativo es el relato Hacia el agua, el fuego, publicado en el periódico tinerfeño El Día el 10 de julio de 1988. Su primer libro de poemas, Fósiles o armaduras del tiempo, obtuvo el premio de poesía Casa de Venezuela en Canarias en 1989, mientras que el segundo, Ángulos de la medianoche, se publicó en 1990 en la colección Nuevas Escrituras Canarias de la Viceconsejería de Cultura del Gobierno de Canarias. Ya en 1991 publicó su primer libro de narrativa, un volumen de relatos, Las mareas brujas, que reunía cuentos escritos entre 1987 y 1990. El escritor sigue alternando habitualmente la publicación de su obra poética y de su obra narrativa hasta la actualidad.


En 1994 Ediciones La Palma publicó El humilladero, su primera novela. El año de la seca, la segunda, vio la luz en 1997 en portugués, con prólogo de José Saramago, en Río de Janeiro. Desde su primera edición, esta novela no ha parado de traducirse y publicarse en numerosos países, caso de Venezuela (Monte Ávila Editores), España (Espasa-Calpe y Tropo Editores), Francia (Grasset), Croacia (Oceanmore), Portugal (Casa das Letras), consolidando la trayectoria internacional del escritor canario.
En 2001 la editorial Espasa publica Campiro que, su tercera novela. Grasset, su editorial francesa, siguió apostando por la narrativa de este escritor, y en 2005 adquiere los derechos de su cuarta novela, Terramores, que traduce y publica en 2007. Esta novela sólo conocerá edición en su original en español en 2008, editada por Artemisa en Madrid. Curiosamente, novelas y relatos de este escritor se han ido publicando antes en otras lenguas y en otros países. Esta dedicación a la novela no ha silenciado su obra poética. El escritor publicó en 1997 su tercer poemario, Altamarinas, mientras que en 2002, Baile del Sol publica en Tenerife Mar en tierra, una antología de su obra poética que incluye una selección de poemas inéditos titulada Últimos poemas (1997-2002). Desde entonces, más de diez años habrá que esperar para volver a conocer nuevas entregas poéticas del autor: El equilibrista y los jardines, Madrid, Ediciones La Palma, 2013, y La tos de Pablo y otros poemas para inventar el mundo, Baile del Sol, 2016, son sus últimos libros de poesía.


Su obra literaria incluye además dos narraciones destinadas a público infantil y juvenil, El naufragio de los mapas y Omar el Cangrejo, publicadas en Tenerife por Editorial Afortunadas y Ediciones Idea, respectivamente, en 1998 y 2004. Su obra literaria ha recibido numerosas distinciones, como el Premio de Literatura Mercedes Pinto (2004), el Premio de Creación Literaria Alfonso García Ramos (2007) por la novela La cueva de los leprosos, el premio de novela Benito Pérez Armas de 2013, el premio de Relato Corto Isaac de Vega y el premio de relato Taramela.


Mareas y marmullos, un volumen de relatos que reúne cuentos escritos entre 1987 y 2009, fue publicado por Tropo Editores en 2011, mientras que sus últimas novelas, la quinta y sexta, respectivamente, en la trayectoria del escritor, son La cueva de los leprosos (La Caja Literaria, Tenerife, 2010) e Isla nada (Tropo, Zaragoza, 2013). Con su séptima novela Todas las personas que mueren de amor, conquista el premio de novela Benito Pérez Armas 2013 de la Fundación CajaCanarias. Esta novela fue publicada por Editorial Salto de Página en 2015. Su octava novela fue El pacto de las viudas (2019) y la novena es La ternura del caníbal (2020).Editar

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